"No se debe a los debates de la amnistía": Luis García Montero se moja sobre lo que cree que produce "crispación en la política"

Madrid

Buenos días en este martes de Semana Santa en el que las ideas y las discusiones políticas siguen agitadas. Algunas ideas están de vacaciones, otras en su puesto de trabajo, pero eso no es todo, porque hay ideas de vacaciones que trabajan mucho e ideas en su despacho con poca dedicación. Las cosas así, conviene orientarse, no para simplificar los conflictos, sino para navegar por ellos sin perder el rumbo.

Por ejemplo, creo que la crispación en la política española no se debe a los debates de la amnistía y Cataluña, sino a las decisiones de un Gobierno progresista que le ha metido la mano en el bolsillo a las grandes fortunas para que paguen de manera más justa sus impuestos y no obtengan beneficios desmedidos a costa del empobrecimiento de la población. Los bancos y las multinacionales ganan mucho, pero recuerdan que en la crisis anterior ganaron mucho más, y por eso animan a sus partidos políticos preferidos para que den voces, amenacen y asusten al Gobierno.

Cuando hablamos de rebajar la crispación, me gustaría que se tratara de que algunos partidos recuperasen el pudor democrático, no que el Gobierno cediera al chantaje y rebajara sus políticas sociales en favor de los poderosos. Y sería estupendo, además, que los políticos progresistas evitaran las disputas internas, porque llueven sobre mojado y facilitan la consecuencia última y dañina de la crispación: el descrédito de la autoridad política, esa que puede fijar impuestos, subir las pensiones y los salarios, defender la sanidad pública y los derechos laborales. El sector del lujo no está cómodo en España, por eso ladran sus perros y sus jefes de gabinete.

A ver qué pasa en las elecciones catalanas. Y una pregunta, querido Sastre: ¿habrá sido ETA la responsable del atentado de Moscú?