Turbulencias en Boeing: las incógnitas tras los problemas técnicos de sus aviones que provocaron tres accidentes

Madrid

El mercado de las aerolíneas se nutre de varios fabricantes de aviones, pero son Boeing y Airbus las compañías por excelencia para el suministro de aeronaves. Precisamente ha sido la primera, Boeing, la que se ha tenido que enfrentar a varios problemas técnicos que han ocasionado accidentes y que, tristemente, se han cobrado varias vidas. El más reciente de ellos fue en enero, cuando un avión de la compañía Alaska Airlines —modelo 737 MAX— se despresurizaba porque una de sus puertas había salido volando; afortunadamente no hubo víctimas mortales, pero se abrió una investigación y la compañía decidió ralentizar la producción de esos modelos implicados en los accidentes, los 737 MAX. A ese accidente se suman otros dos —ocurridos años atrás— uno en Yakarta y otro en Etiopía, que sí que se cobraron varias vidas: 346 muertos en total.

Boeing asegura que ha estado priorizando más la producción que la calidad y la seguridad de sus aeronaves y que, por lo tanto, están teniendo que tomar decisiones para garantizar esa seguridad. De momento, Boeing intenta resistir este socavón planteando incluso la venta de dos de sus empresas relacionadas con la defensa, según ha adelantado Bloomberg. Un movimiento que buscaría mejorar sus cuentas y que, de momento, sigue en el aire.

Para Pere Suau-Sánchez, catedrático de transporte aéreo de la Universitat Oberta de Catalunya (OUC), "en el caso de Boeing, hay un problema claro de cultura corporativa con el foco en la seguridad". Su origen está en el final de los 90 cuando Boeing adquirió McDonald's Douglas, asegura Suau-Sánchez, que apunta que la fusión "no fue muy bien planificada, porque los ingenieros terminaron siendo mandados por los gestores de McDonald que estaban centrados en el ahorro de costes y el retorno a los inversores".

La entrega de aviones se complica

La consecuencia más directa de estas decisiones está en la entrega de nuevas aeronaves, que de momento está en el aire, al menos el ritmo y la cantidad de entrega. Y esto deriva en nuevas subidas de precio que afectarán al consumidor: “Van a seguir subiendo. Y en nuestro lado es la oferta, no es por falta de competitividad en la oferta, es por falta de metal: son los aviones. Sabéis que Boeing ha tenido muchísimos problemas”, comentaba hace unos días Carlos Muñoz, CEO de Volotea. Tanto es así que las compañías aéreas ya están trasladando esas subidas de precio, porque si miramos los datos de inflación, los vuelos nacionales se han encarecido un 8,6% entre enero y febrero y un 7,3 en el caso de los internacionales.

Hay dos aerolíneas que ya están empezando a verse afectadas: Ryanair, que va a recibir 17 aviones menos de lo previsto antes de junio y United Airlines que sólo va a recibir un tercio de los aviones acordados. Las aerolíneas han comenzado a advertir: están buscando rutas y aviones alternativos, pero eso va a afectar a las tarifas, especialmente, en las de corto radio, para las que se esperan subidas de entre el 9 y el 15%. Ryanair, de hecho, ya ha asegurado que subirá sus precios un 10% para los vuelos desde Dublin, Milán y Varsovia.