La amnistía llegó para quedarse

Barcelona

La amnistía está aquí. El Congreso la ha aprobado, por mayoría suficiente, que muchos deseaban más amplia. Pero cada uno vota lo que vota. Faltan algunos trámites para que empiece su aplicación, quizá dos meses de interferencias procesales realizadas por la mayoría conservadora en el Senado: eso que los parlamentarios británicos bautizaron hace mucho tiempo como "filibusterismo".

Luego queda por ver el criterio que utiliza cada uno de los jueces a los que corresponda un expediente para resolver cada caso. Con mano abierta, compartiendo la enorme generosidad de la democracia frente a los autores de unos delitos graves; o con puño cerrado, marcando el paso del pasado. Todos deben ser libres para decidir profesionalmente; y corresponderá después a los ciudadanos decir qué opinan.

Puede haber muchas diferencias en cada enfoque. Pero probablemente alguno, por necesitar procedimientos de recurso, necesitará mucho tiempo. Incluso hasta un año y medio o dos años.

Que nadie se frote las manos por ese ritmo lento, ni siquiera quienes lo inducen, provocan o jalean. Igual consiguen lo contrario de lo que persiguen: consolidar la actual alianza parlamentaria que ha aprobado hoy la medida de gracia, en el Congreso. Y generar sudor frío, miedo, incluso mucho más ante su alternativa. Si este pulso se mantiene durante un largo plazo, ¿alguien imagina a la derecha catalana, o sea Junts, abrazarse a la derecha española, o sea el PP, que pretende encarcelar a sus dirigentes? No parece demasiado probable.