Forrarse en medio del dolor y de los muertos a puñados sencillamente da asco

Madrid

Yo he querido fijarme en la pareja de Isabel Díaz Ayuso. De Alberto González Amador sabíamos muy pocas cosas, apenas ninguna, y yo creo que estaba bien que así fuera. Sabíamos que es técnico sanitario, padre amantísimo, pareja fetén. Discreto, de esos que saben dar su sitio a las mujeres, que es probablemente una de las expresiones que más repelús me producen.

Estaba bien que así fuera porque a las parejas de los líderes políticos conviene dejarlas a un lado, no hurgar en su intimidad, y solo poner los focos en quien tiene vida pública. ¿Verdad que sí, presidenta?

Por eso, ahora que sabemos, y que sabremos más, probablemente, conviene apuntar algunas cosas.

Que se puede ser administrador de una empresa cuyo nombre sea, atención: Masterman & Whitaker Medical Supplies and Health Process Engineering. Yo estoy siempre a favor de los nombres de esta cayetanía empresarial, el quiero y no puedo del naming, pudiéndole haber puesto, yo qué sé, ‘Hermanos Salcedo Ingenieros’ o ‘Hermanos González Ingenieros’, pero no bastaba con eso.

También sabemos que estamos también ante otro de esos ejemplos de meritocracia hecha a base de esfuerzo, de sacrificio, de querer trabajar como pocos, que es una de las cosas que más le gustan en el mundo a Isabel Díaz Ayuso.

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He aquí a un emprendedor, con su agenda de contactos, con su entramado de facturas y empresas pantalla, con sus comisioncitas. Podría habérselas llevado por vender proyectos, enginering and consulting and emprending, lo que sea. Pero prefirió vender mascarillas y forrarse, y de paso ahorrarse un pico en impuestos con un poquito de fiscalidad y documentalidad fake.

Comprarte un piso en Chamberí de 200 metros, con su vestíbulo, su aseo de cortesía, esa cosa tan bonita, todas esas cosas estupendas, es que está muy bien. Porque demuestra que en esta vida todo es posible, como que un González a secas, sin apellidos compuestos, sin tener que haber hecho una buena boda, que es otra expresión horrible, puede prosperar hasta lo más alto. Aún hay esperanza, amigos.

En cambio, defraudar a Hacienda no está bien. Y defraudar a Hacienda tanto como para que la Fiscalía te denuncie, tampoco. Te llames como te llames, hagas lo que hagas. Y forrarse en medio del dolor, del miedo, de los muertos a puñados, sencillamente da asco. Te llames como te llames (González, García, Luceño, Medina), hagas lo que hagas.