Conmoción

Madrid

Es difícil encontrar una palabra que resuma de forma más precisa lo que supuso el 11 de marzo de 2004: conmoción. Un término que recibimos casi intacto del latín, commotionis, y con el que nos referimos al "movimiento o perturbación violenta del ánimo o del cuerpo", ya afecte a un individuo o a una comunidad. Es un golpe que viene acompañado de todo tipo de emociones, otra palabra hermana que bebe finalmente del verbo movere, mover, del que también brotaron voces como motor o motivo.

Por eso, cuando tras los atentados del 11M la ciudad, conmovida, se movilizó para paliar el sufrimiento de las víctimas, cuando la ciudadanía del país promovió manifestaciones y preguntó quién fue el motor y cuáles los motivos de la masacre, cuando tres días después, con su voto, provocó la remoción del gobierno que intentó mentirlos, estaba usando toda una familia de antiguas palabras latinas con las que responder a la conmoción. El griego también nos dejó una palabra con la que definir aquel día: patético. En origen nos sirvió para nombrar lo que conmueve profundamente o causa dolor y tristeza. Más tarde la usamos para nombrar también lo penoso, lamentable o ridículo. El atentado fue patético en la primera acepción. La actitud de quienes intentaron mentirnos y siguen intentándolo o justificándolo hoy, veinte años después, también es patética en su segunda acepción.