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'El festín de Babette', un relato sobre la creatividad y lo importante de la vida

Isak Dinensen, la autora de 'Memorias de África', publicó en 1958 un relato que reflexiona sobre el sentido de la vida

‘El festín de Babette’, un relato sobre la creatividad y lo importante de la vida

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Isak Dinesen es uno de los pseudónimos de Karen Blixen, que nació en Dinamarca en 1885 y murió en 1962. Es la autora de 'Memorias de África', 'Siete cuentos góticos', 'Cuentos de invierno', 'Vengadores angelicales', 'Sombras en la hierba' y 'Ehrengard'. 'El festín de Babette' se publicó en 1958. Es un relato sobre la creatividad, sobre el sentido de la vida, sobre lo que merece la pena de verdad, sobre el tiempo que perdemos buscando, sobre lo que hacemos para los demás y para nosotros mismos. Es brutal.

Como señala Palzol en el blog Página Cuatro, la autora opta por situar la historia de 'El festín de Babette' en un territorio lejano, casi fantástico, y en un tiempo remoto, en el que la memoria confunde recuerdos y leyendas. Tomando prestadas unas palabras del relato, podría decirse que la verdadera razón de la historia de Babette "hay que buscarla más atrás en el tiempo, y más profundamente en el dominio de los corazones humanos". Los modos y la candidez propias de los cuentos parecen idóneos para el propósito aleccionador que subyace a esta historia. Hay una lección que recorre sus páginas y que no resulta postiza, pues surge desde dentro de la narración. Al mismo tiempo, nada llega a quedar explícito: la autora sabe dejar los huecos oportunos para esos misterios que escapan a las palabras.

Según Fernando Rodríguez Mansilla, 'El festín de Babette' está lleno de personas creativas. Entre ellas un tenor, Aquiles, quien se enamoró de una de las hermanas danesas y tuvo que volver a Francia para proseguir su gran carrera en la ópera. Aquiles regresa a su país, triunfa en los escenarios y solo recuerda a la mujer que lo fascinó muchas décadas después, cuando ha de ayudar a su amiga Babette a hallar un refugio. En su carta a las hermanas danesas, Aquiles reflexiona sobre su vida, ahora que es viejo y ha sido olvidado. Toda la gloria que buscó en la ópera no le ha dejado ninguna satisfacción duradera, porque la fama ha sido fugaz y su talento ha sido olvidado. Al final de su vida, reconoce que aquella búsqueda fue inútil y que nada tenía que ver con dedicarse simplemente al canto, sin la presión ni la vanidad que envolvía el espectáculo en el que prefirió sumergirse.

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El militar, Lorenz, llegó sin ninguna expectativa al áspero pueblo de la costa donde viven las dos hermanas. Le bastó una breve estancia para quedarse prendado de la belleza de la segunda hermana. Se trata de una experiencia absoluta, como la de Dante cuando contempla a Beatriz. Como este, Lorenz sufre algo así como una conversión religiosa y dedica su vida a una misión: deja atrás su conducta irresponsable y se compromete a ser el mejor oficial, o sea que se dedica con arte a cultivar su propia persona. De forma que todo lo que hace con su vida de allí en adelante honra esa imagen de la belleza absoluta y el amor que experimentó. Para Lorenz su cita, aquella cena en la que volverá a ver a la mujer de su vida (con la que sin embargo nunca intimó, en ningún aspecto), confirmará que hizo lo correcto: que siendo el mejor en lo suyo siguió el camino trazado por lo que la mujer le inspiraba.

Una mirada esperanzadora sobre el encuentro entre diferentes

Como señala Rafael González de Canales en Vestigium Forum, no podemos olvidar la importancia del factor destino, ya que 'El festín de Babette' se incluyó en un volumen titulado 'Anécdotas del destino'. Este ha ido hilando las vidas de los personajes durante treinta años, donde nada parece que haya quedado al azar. Se cumplen así las palabras que repetía el deán: "Los senderos de Dios recorren los mares y las montañas nevadas, donde el ojo del hombre no puede descubrir rastro alguno". Este sino providencial ha tratado a todos los personajes con cariño, descubriéndoles las sendas por los lugares más inesperados. Lejos del maniqueísmo, 'El festín de Babette' ofrece una mirada misericordiosa y esperanzadora de la unión de los más alejados extremos ideológicos, culturales o religiosos.

Desde el punto de vista religioso, Babette destaca, entre otras cosas, por su magnanimidad, es decir, su capacidad de soñar a lo grande por amor a los demás. No busca reconocimiento ni aplauso. Su manifestación de entrega manifiesta la gracia de Dios por algo tan material y placentero como la buena comida. Frente a la "estupidez humana" Dios ha encabezado con su Bondad toda expectativa de salvación, dando lugar no solo al encuentro material (la comunidad unida) sino espiritual (conversión interior). Y el medio que se emplea para anudar todo es la mesa, el banquete, el otro altar.

 
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