Seamos un poco más suizos
Comer a las tantas, cenar a las mil y luego despedirnos durante horas, como si nos fuésemos a ir a la guerra, no es una de esas excepciones españolas de las que debamos sentirnos orgullosos
Ignacio Peyró: "Seamos un poco más suizos"
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Madrid
Hace ya muchos años que prohibimos prohibir, pero moralizar, sobre todo en cabeza ajena, nos sigue encantando. La vida se nos ha convertido en una ascética laica: tenemos que comer fruta y verdura cinco veces al día, dormir ocho horas, no faltar a Pilates, leer cien libros al año y vigilarnos el vino como si fuera estricnina. Uno entiende que el agobio es comprensible y que a veces sale solo el "¡que le den!". De ahí tanta polvareda porque Yolanda Díaz haya recomendado cambiar horarios, comer antes, no cenar tan tarde y dormir pronto.
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En materia de opiniones, seguramente Yolanda Díaz y uno solo coincidamos en que el cielo es azul. Y bien está que haya empresarios, trabajadores y clientes a los que, si así les parece, se dediquen el comercio del sushi o del anís a las 2 de la mañana. Pero comer a las tantas, cenar a las mil y luego despedirnos durante horas, como si nos fuésemos a ir a la guerra, no es una de esas excepciones españolas de las que debamos sentirnos orgullosos.
Ni calor, ni luz, ni gaitas: el cuerpo agradece madrugar, comer a la una y pico, cenar entre ocho y nueve y luego, si uno quiere, tomarse un empujoncito de algo antes de dormir. Hagan la prueba y verán qué bien les va. Es posible que a los suizos les fuera bien ser una gotita más españoles, pero sin duda a los españoles nos conviene en esto ser un poco más suizos.