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Las impactantes cartas reales de la tragedia de los Andes y que inspiraron a Bayona en 'La sociedad de la nieve'

Gustavo Zerbino, superviviente, Pablo Vierci, escritor, y el director hablan de la correspondencia vinculada a la historia del accidente en #Cartagrafías

Cartagrafías | Las cartas reales de "La sociedad de la nieve"

Cartagrafías | Las cartas reales de "La sociedad de la nieve"

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La madrugada del domingo al lunes en Los Ángeles se celebran los Premios Oscar donde compite una de las películas españolas del año, La Sociedad de la Nieve, nominada a "mejor película internacional" y "mejor diseño de maquillaje y peluquería". Parece que se ha contado casi todo tanto de la cinta firmada por J.A Bayona como de la tragedia real que relata: el accidente de un avión que iba de Uruguay a Chile, en 1972, y que se estrelló contra la cordillera de Los Andes. De las 45 personas que había inicialmente, 16 lograron sobrevivir en condiciones extremas durante más de dos meses. Pero resulta que hay una mirada diferente que no habíamos comentado hasta ahora: la correspondencia de los protagonistas de esta historia que además nos va a conectar con otras situaciones límite.

Bayona, para contar a los supervivientes de los Andes y a los familiares de los que no regresaron que quería llevar su historia al cine, redactó una carta y se la hizo llegar a través de Pablo Vierci, autor del libro "La Sociedad de la Nieve" que inspira la película y que Bayona utilizó hasta como fuente de inspiración cuando hizo Lo Imposible. Esta carta, incluida ahora en el libro de Vierci, se convirtió en la llave para conectar con todos los protagonistas reales del accidente:

"La sociedad de la nieve es uno de los relatos más impresionantes, inspiradores y reveladores que he leído nunca. Ha pasado el tiempo y el recuerdo de vuestra narración nos sigue conmoviendo. Y no puedo dejar de pensar que al cerrar el libro tuve la sensación de que no conocía realmente la historia que creía conocer, que aquello que había leído o visto anteriormente no era más que la punta del iceberg de lo que realmente sucedió allí y que su viaje debería ser contado en la gran pantalla con la misma intensidad con la que yo devoraba las páginas. Hay algo que me obsesiona de sobremanera en su historia y es esa visión profundamente humana y optimista del hombre. Creo que «el corazón desnudo» del que habla Adolfo Strauch, «donde el ser humano se entrega al otro» no ha sido llevado realmente al cine. Creo que no hay mejor motivación a la hora de hacer una película que la de hablar de la dignidad a la que Roberto Canessa se refiere cuando habla de «la chance de vivir la vida de aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo». Creo que su historia merece una película que explique el contexto verdadero de la montaña, que transmita el frío, el hambre, que se exprese en el idioma en el que se desarrolló realmente y por encima de todo transmita la profunda espiritualidad que nació en su sociedad, que al ser tan profunda es universal y está a la altura de todo lo imposible que vivieron allá arriba. Estoy a su completa disposición para hablar lo que crean necesario o responder cualquier pregunta que les parezca conveniente hacer. Con la esperanza de volver a hablar otra vez con ustedes les envío un abrazo calurosísimo desde España.

Muchas gracias,

J. A. BAYONA

Los supervivientes y las familias aceptaron la propuesta de Bayona. El libro, publicado en 2008, está teniendo una nueva vida gracias a la película, ya va por la 12.ª edición en España con la editorial ALREVES. Pablo Vierci, su autor, es amigo desde la infancia de algunos de los que iban en aquel avión. Comenzó a escribirlo en 1973 porque Nando Parrado, uno de los supervivientes, le llamó para ver si le podía ayudar a narrar lo sucedido, habían sido compañeros de clase, Pablo era "el escribidor" del colegio, pero se frenó porque se decidió que el grupo diera un relato conjunto. En 2005, otros dos supervivientes, le pidieron ayuda para un documental y él aceptó con dos condiciones: subir a la cordillera y estar allí hasta que el frío se lo permitiera - lo terminaría haciendo -. Y la segunda era que participaran todos los supervivientes en su libro, los 16. Era difícil porque algunos no querían saber nada en ese momento de entrevistas, como en el caso de Pedro Algorta. Le convenció por carta tal y como nos cuenta.

Coco Nicolich: "Otra de las causas del desánimo general es que dentro de un rato se nos acaba la comida"

Los 16 aceptaron participar en este libro de Pablo Vierci donde cada uno construye un relato muy personal de lo ocurrido y entre esos relatos está el de Gustavo Zerbino que fue fundamental en todo esto de las cartas. Gustavo fue el que recopiló las cartas y otros objetos que pertenecieron a sus compañeros en el lugar del accidente y luego, cuando regresó, fue casa por casa entregándolos a las familias. Cuenta, que durante aquellos días, guardó en un bolso los recuerdos de todos los fallecidos, se convirtió en su custodio, porque sentía que si conseguía sacar la bolsa de allí sería como llevar de vuelta a sus amigos a casa. Él se montó el último en el helicóptero de rescate y se negó a subir sino podía hacerlo con ese bolso. Esas cartas son las de Arturo Nogueira, Liliana Navarro o Coco Nicolich que fallecieron en la cordillera. Nicolich estaba junto a Gustavo Zerbino cuando redactó las suyas. Nos lo cuenta el propio Gustavo y escuchamos un fragmento de una de ellas:

Queridísima Rosina:

Te estoy escribiendo de adentro del avión(nuestro Petit Hotel por el momento),ya es de tardecita y empezó a hacer un poco de frío y a soplar viento muy común suceda a esta hora.- El día de hoy fue bárbaro, un sol divino y mucho calor, me hacía recordar los días en la playa contigo, pero con la diferencia de ir al medio día a comer contigo a tu casa me, tengo que quedar afuera del avión sin comida alguna.-Hoy aparte de todo fue un día un poco depresivo puesto que mucha gente se entró a desanimar (hoy hace 10 días que estamos aquí) pero a mi por suerte todavía no me tocó el desánimo, puesto que con sólo pensar en que te voy a volver a ver, me vienen fuerzas increíbles.-

Otra de las causas del desánimo general es que dentro de un rato se nos acaba la comida,nos quedan nada mas que 2 latas de mariscos (chicas)1 botella de vino blanco y un poco de granadina que indudablemente para 26 hombres (bueno también chicos que quieren ser hombres)no es nada.- Una cosa que te va a parecer increíble a mi también me parece; hoy empezamos a cortar a los muertos para comerlos, no tenemos otro remedio.-Yo por mi parte le pedí a Dios en todo lo posible que nunca llegara este día, pero llegó y tenemos que afrontarlo con valentía y con fe. Fe porque llegué a la conclusión de que los cuerpos están ahí porque los puso Dios, y como lo único que interesa es el alma, no tengo porqué tener un gran remordimiento y si llegara el día y yo con mi cuerpo pudiera salvar a alguien ,gustoso lo haría.

No sé como estarán tú, ni papá ni mamá ni los chicos por ahí, pensar en que están sufriendo no saben cuanto me entristece, vivo pidiéndole a Dios que los tranquilice y les de valor porque es esta la única manera de salir de esto que creo pronto tendrá un final feliz para todos.-

Cuando me veas te vas a asustar, estoy mugriento, barbudo, un poco flaco, con un tajo grande en la cabeza, otro en la frente que ya se me curó y uno chiquito que me hice hoy trabajando en la cabina del avión, además de pequeños tajos en las piernas y en el hombro, pero con todo estoy muy bien..-

Hoy pudimos recomponer una radio transistor que encontramos el otro día en el avión, Roy la arregló y mañana esperamos tener noticias por algún noticiario chileno o argentino del rescate.- Si lo hubieran suspendido, cosa que yo no creo y a esta altura me parecería increíble, dentro de tres o cuatro días cuando recobremos algo de fuerzas, un grupo creo que nos largamos a atravesar la parte de la Cordillera que nos queda que espero sea poca.

Gustavo Zerbino, superviviente del accidente de los Andas y las cartas de &quot;La sociedad de la nieve&quot;

Los que salieron de allí también hicieron cartas que ellos mismos pudieron entregar a sus familias. Un ejemplo, es la de Carlitos Miguel Páez, que escribió a su padre y según explicó Carlos, el padre consiguió que el helicóptero de rescate llevara dos cartas para él que celebraban su regreso.

¿Qué decía el mensaje que los supervivientes lanzaron al arriero que los salvó y la carta de agradecimiento de Salvador Allende?

El grupo consiguió que los rescataran gracias a que dos de ellos escalaron la cordillera y caminaron durante diez días hasta que se encontraron con un arriero chileno que trabajaba en plena montaña. Cuando se encontraron con ese arriero había un gran arroyo que les impedía cruzar y, por la fuerza del agua, tampoco escuchaban sus voces. El arriero se las ingenió para lanzar papel y lápiz. Los chicos lo recogieron e hicieron un pequeño escrito: "Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor. No podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?

A partir de aquí, se dio aviso a las fuerzas de seguridad de Chile y terminó su calvario. Y también hay una carta del entonces presidente chileno, Salvador Allende, dedicada precisamente a los arrieros chilenos que hicieron posible el rescate.

A raíz de estas cartas, repasamos otras historias y cartas escritas en situaciones límite, como la del capitán británico Robert Scott para su mujer cuando veía venir que no iban a conseguir regresar del Polo Sur porque se quedaban sin suministros y por las bajas temperaturas. Otra tiene que ver con uno de los presidentes de Estados Unidos más famosos: con Kennedy. Resulta que cuando fue comandante durante la Segunda Guerra Mundial, él y su tripulación fueron embestidos por un buque de guerra japonés, dos miembros de su tripulación murieron y el resto naufragaron en las Islas Salomón. A los seis días los rescataron gracias a un breve mensaje que Kennedy talló en una cáscara de coco y entregó a nativos que los llevaron a 35 millas náuticas de distancia por canoa. Decía simplemente: 11 VIVOS NECESITAN UN PEQUEÑO BOTE. KENNEDY. El mensaje cumplió su misión, los rescataron. Kennedy hizo revestir el caparazón con plástico y utilizó como pisapapeles en la Oficina Oval.

Hemos comentado aquí alguna carta relacionada con el Titanic, pero vamos a sumar un fragmento más: la de Marion Wrigth, una joven que pudo subir a uno de los botes salvavidas y que vio desde el agua cómo se hundía el barco. Escribió una larga carta a su padre la noche del rescate.

Otra historia de supervivencia impresionante, que también tiene película: la de Juliane Koepcke que en 1971 fue la única superviviente de 93 pasajeros de un avión que se estrelló en la selva de Perú-. Solo tenía 17 años, perdió a su madre que viajaba con ella, estuvo diez días esperando el rescate. Finalmente, la encontraron y ella siempre cuenta cómo sigue recibiendo cartas de todo el mundo de gente que se inspira en su historia y le pasó también al montañero estadounidense Aron Ralston que descendiendo barrancos tuvo un accidente en la pared de un cañón y su antebrazo quedó atrapado por una roca. No podía moverse, nadie sabía que estaba allí. Tras 127 horas, desesperado, decidió amputarse el brazo para poder escapar. Escribió un libro, por supuesto hay película con su hazaña, y me gusta mucho esta carta que escribió pidiendo apoyo para una organización ecologista que protege el paisaje natural donde tuvo el accidente. La realidad supera a la ficción.

 
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