Compra ahora, disfruta en dos años: "¿Cuántas parejas habrán cogido entradas para el concierto de Dani Martín y no seguirán juntas en 2025?"
El periodista Héctor G. Barnés habla en 'El Faro' de esa nueva forma de consumir que nos aboca a vivir sin espontaneidad
La muerte de la espontaneidad y la dificultad para cuadrar planes con los amigos
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Cuando al periodista Héctor G. Barnés le llegó un mensaje de un amigo convocándolo a su cumpleaños con dos meses de antelación, decidió que aquello podía convertirlo en un artículo para su periódico, El Confidencial. Llevaba un tiempo advirtiendo que las agendas de sus amigos parecían más propias de un ministro y que la suya propia tenía pocos huecos libres para los próximos meses. Su percepción de que la espontaneidad de los planes ha muerto no ha sido aislada, porque el artículo fue muy compartido en redes sociales. Y el debate volvió ayer después de que el cantante Dani Martín agotase en unas horas las entradas para cinco conciertos que dará a finales de 2025. Barnés bromea en 'El Faro': "Lo que me pregunto es cuántas parejas se habrán comprado entradas juntos para ver a Dani Martín y no llegarán juntas a 2025. Yo creo que unas cuantas...".
En 'El Faro' dedicado a la palabra cuadro, Barnés ha charlado con Mara Torres sobre las dificultades que existen hoy en día para cuadrar una quedada con amigos. "La pandemia lo cambió un poco todo", ha explicado el periodista, que ha recordado cómo se instauró la costumbre de reservar en los restaurantes por las restricciones de aforo. Esa costumbre ha calado y ahora es difícil improvisar en las ciudades. A eso se suma lo que Barnés llama "la cultura del evento", la necesidad de cerrar todo tipo de planes para sentirnos bien. "Has comprado una entrada y ya te da ese pequeño subidón del momento, vamos a base de estímulos de dopamina que nos hacen sentir un poquitín mejores", comenta.
El periodista reconoce, sin embargo, que escribió el artículo a modo de autocrítica. "Yo celebro mi cumpleaños en un mes y pico y ya estoy dejándole caer a la gente que se reserven ese día", cuenta entre risas. Para él, detrás de esa obsesión por planificar a largo plazo hay también una "ansiedad por el control del tiempo", una necesidad por rellenar cada hueco de la agenda para sentir "paz mental".