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Málaga 2024 | Isaki Lacuesta convierte la leyenda de Los Planetas en una de las películas del año

'Segundo premio' es más que un biopic de la banda granadina, es una mirada a la amistad masculina, a la música, la creación y al universo de los noventa encabezada por los actores y músicos Daniel Ibáñez y Cristalino

Málaga

No es el grupo más conocido de la historia de la música española, ni el más carismático, pero Los Planetas merecían una película. Marcaron la música en nuestro país, desde su irrupción en los años noventa con un característico que ayudó a toda una generación a entender que la música española podría ser otra cosa, y les acompaño en el proceso de enamorarse, pero sobre todo, de desenamorarse. J y Florent eran Los Planetas. También May, pero eso casi es historia o leyenda. Es a eso a lo que encomiendan Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, directores de Segundo Premio, una fantástica película que nos acerca a la música, a esta banda indie, a Granada, a los noventa, pero sobre todo a la amistad. “Es una película muy gay, porque es una película en la que la amistad y el amor se confunden en esta película. En mi caso siempre ha sido así. Creo que en el caso de los Planetas es una cosa que compartimos, que en nuestro equipo ha sido nuestra familia y nuestros amigos. Esas dinámicas tienen sus pros y sus contras. A mí me ha encantado trabajar así, lo necesito muchas veces”, explica el director en la Cadena SER.

La película ha pasado por varias vicisitudes, un cambio de director, un urgencia familiar que provocó un rodaje a distancia y lidiar con un grupo que no tiene fama de ser el más sencillo del mundo. “Yo llego tarde a Los Planetas”, dice Isaki Lacuesta, que empezó a escuchar a la banda años después de su apogeo, cuando su sonido se había tirado hacia el flamenco. También llegó en segundas a este proyecto. “Conocía el proyecto por Jonás Trueba y yo lo veía con envidia. Y entonces cuando Jonás decide abandonarlo, me propone hacerlo. Existía un guion, pero yo no podía coger ese guion, tenía que hacer uno nuevo”. El resultado es una excepcional película que rompe todos los arquetipos trillados de los biopics musicales que tanto han proliferado hace tiempo. Ganador de dos Conchas de Oro en San Sebastián, es uno de los mejores cineastas de nuestro país, capaz de hacer suya la historia más alejada, a priori, de su universo. Esta es una película, como otras muchas del director, que hablan sobre los recuerdos, sobre cómo sobrevivimos a ellos y sobre las leyendas que éstos han generado. Por eso insisten que no es una película sobre Los Planetas, sino sobre su leyenda.

“Como sabéis, dirigir así vino dado de la necesidad, el día antes de empezar a rodar salió el diagnóstico de Luna (su hija). Yo me tuve que ir. En ese momento no sabíamos qué hacer y por el camino pensé en que podía intentar hacer la película por Zoom en vez de abandonarla. Pensé la forma de hacerlo con Pol, que me conoce mejor que nadie, porque había hecho de ayudante de dirección en Un año, una noche. Es imposible saber qué hubiera cambiado si tú estás ahí tocándoles, pero la sensación es que ha salido la película que queríamos hacer”.

Una semana en el motor de un autobús es un disco clave en la música reciente. En su momento todos y todas entendimos que era un disco sobre drogas y desamor, como la mayoría de discos del grupo. Años más tarde de su publicación, que catapultó a Los Planetas, supimos gracias al libro de Nando Cruz que ese disco casi acaba con ellos y que las letras, al menos la mayoría de ellas, están inspiradas en la relación entre Jota y Floren, que estuvo a punto de romperse cuando el guitarrista perdió el control con la heroína. Ahí quedan Linea 1, Desorden o Segundo premio, canción que fue el temas del álbum y que da título al filme. "Cuando empezamos a investigar, a hablar con ellos, a confrontar lo que conocemos con lo que te cuentan, nos damos cuenta de que cuentan cosas distintas y eso encaja muy bien con mi forma de pensar y mi forma de contar. Eso nos vino bien para para hacer una película en la que cada personaje tiene una perspectiva distinta y en la que no hay una posición de verdad. El narrador son todos ellos", explica sobre el cambio de narrador que va contando cómo sucedieron aquellos días en una Granada noventera.

Las escenas en las que la droga hace efecto en los músicos están perfectamente logradas y meten al espectador en una estética muy ligada a la banda, que siempre se movió entre lo lisérgico y la psicodelia, emulando a sus grupos favoritos, la Velvet, Jesus and Mary Chain o My bloody Valentine. La película está llena de guiños para los fans, como ese llavero con la X negra que fue la portada del disco. O la música de un grupo amigo, Family, cuyo cantante, Javier Aramburu es el responsable de la dimensión visual de Los Planetas. O con ese disco que se firman, se regala y empeñan continuamente los dos protagonistas. “El imaginario de los 90 es un imaginario en el que yo crezco como espectador y como oyente y como lector, para mí lo más importante de esa década tiene mucho de fantástico. Y pienso en las películas de de Abel Ferrara, en las letras de los Pixies. Hay mucho fantástico. Me pareció natural en el momento en que nos sentamos a escribir con Fernando Navarro”.

La película nos sitúa también en ese ambiente genuino de una ciudad llena de tradición, la árabe, la flamenca, la de la Semana Santa, pero con la necesidad de romper todo eso. No es baladí que en los noventa empezaran a surgir varias bandas en la ciudad, que iban del Amador, el Planta Baja y a los bares de siempre, y que configuraron un cambio en la escena musical También Lorca, como emblema de una tradición cultural. “Para mí Lorca ha sido fundamental en mi educación sentimental y en mi formación en los primeros viajes y es donde descubro el flamenco y mucho rock and roll de adolescente. Lorca era la clave. Y el equipo se reía todo el rato de mí cuando hacía una cosa extraña, porque decían esto debe ser Lorca. Creo que hay una línea clave, que me parece de lo más importante que ha ocurrido en este país, que pasa por Lorca empalma con Val del Omar, continúa con Morente y los Lagartija Nick y pasa por Los Planetas. Y es una línea en la que se cruzan la poesía, el cine y la música todo el rato". Todo ese ambiente está en Segundo Premio que cuenta la relación de amor odio de Los Planetas, más bien de J, con la industria musical, con el éxito. Las contradicciones, al fin y al cabo, de la música indie, que son también las contradicciones del cine independiente de hoy.

Otra maravilla es cómo consiguen encajar las diferentes canciones de ese disco, lo que dicen las letras, con el devenir del guion y de esta historia de un Quijote y Sancho que en lugar de molinos tienen las drogas y las multinacionales como algo necesario y a la vez destructivo para ellos. Mención aparte merece la soberbia interpretación de Daniel Ibáñez, como un J con carisma, mala leche, sarcasmo y el talento de toda estrella del rock, y Cristalino, capaz de mostrar la timidez de Floren, los altibajos y la ternura. Los actores son músicos y eso se nota para bien en el resultado final. Decía el poeta y escritor catalán Pol Guasch que la amistad tampoco es eso de la familia elegida, que hay circunstancias sociales y económicas que condicionan de quienes nos hacemos amigos, también gustos musicales. Ese idea de qué hace consistente o duradera una relación entre dos amigos está presente en este filme, donde no dejar a nadie atrás es quizá la gran enseñanza que aprende el cantante del grupo.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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