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¿Qué pasaría si no existieran los años bisiestos? El dato que demuestra por qué son tan importantes

La Tierra necesita 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos para dar una vuelta completa al Sol

Un reloj el 29 de febrero. / volodyar

Un reloj el 29 de febrero.

Madrid

2024 es un año bisiesto, por lo que este mes de febrero tiene 29 días y no 28, como suele ser habitual. ¿Alguna vez te habías preguntado por qué? Para dar con la solución a esta pregunta tenemos que fijarnos en el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol. Desde que somos bien pequeños se nos enseña que la Tierra necesita 365 días para completar la vuelta. Pero esta respuesta no es del todo precisa, ya que tarda un poquito más. Concretamente 365,242190 días o, lo que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos.

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Cada año que pasa, estas 5 horas, 48 minutos y 56 segundos restantes se suman a las que ya desechamos en años anteriores para mantener el orden en nuestro calendario gregoriano. De esta manera, al cabo de cuatro años dejamos sin contabilizar prácticamente un día del año sideral, lo que tendría unas consecuencias nefastas para nuestro planeta al cabo de algunos cientos de años de no ser por el año bisiesto. ¿Por qué? Principalmente porque las estaciones comenzarían a cambiar. En un periodo de 700 años, nuestros veranos tendrían lugar en diciembre y no en junio, como estamos acostumbrados.

El desfase de 44 minutos

Por esa misma razón, y con el objetivo de revertir este desfase temporal, comenzamos a sumarle un día más a febrero cada cuatro años. Gracias a ello, nuestro calendario gregoriano vuelve a alinearse nuevamente con el año sideral. Sin embargo, sigue habiendo un pequeño desfase entre uno y otro. Concretamente uno de 44 minutos, lo que también provocaría que nuestras cuatro estaciones variaran constantemente a lo largo de nuestra existencia.

Por todo ello, no siempre es bisiesto cada cuatro años. La regla establece que si el año es divisible por 100, pero no por 400, se omite el año bisiesto. Una fórmula bastante curiosa que, sin embargo, resulta muy útil para mantener este balance entre el año gregoriano y el año sideral. A pesar de que el año 2000 sí que fue bisiesto, los años 1700, 1800 y 1900 no lo fueron al cumplir dicha regla. De hecho, la próxima vez que nos saltaremos un año bisiesto será en el 2100, pues es un número divisible por 100, pero no por 400.

La clave del año bisiesto

Gracias al año bisiesto, nuestro año calendario siempre coincidirá con el año sideral de la Tierra y, por lo tanto, las estaciones siempre se mantendrán en su espacio natural. La primavera entre marzo y junio, el verano entre junio y septiembre, el otoño entre septiembre y diciembre, y el invierno entre diciembre y marzo.

Con el objetivo de demostrar por qué tenemos años bisiestos, el científico de la NASA James O'Donoghue publicaba hace ya varios años un vídeo en su cuenta de YouTube mediante el que muestra, de una forma gráfica y sencilla, cómo se produce este desfase temporal y, sobre todo, cómo se combate. Cada año que pasa, contando desde 2020, hemos ido perdiendo 0,24 días (unas seis horas) respecto al calendario gregoriano. Un tiempo que recuperamos ahora gracias a este 29 de febrero tan especial que nos permite recuperar el tiempo perdido.

David Justo

David Justo

(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología y buscador de historias virales e inverosímiles...

 
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