Aquel gobierno bonito

Como diría Resines, a Pedro Sánchez le quitas la buena planta, el nivel avanzado de inglés y el Peugeot 407, y te queda un presidente de gobierno de los de toda la vida. A Sánchez, por no faltarle, ya ni siquiera le falta su particular caso de corrupción. Es injusto pero así son las cosas: mientras el votante de derechas perdona la corrupción a sus políticos, el de izquierdas nunca se la perdona a los suyos, y el caso Koldo será para siempre el sambenito de Sánchez.

A la reina Isabel II, que tuvo entre sus amantes al general Serrano, el “general bonito”, este dejó de parecerle bonito en cuanto vio que conspiraba para derrocarla. A Sánchez le debe de estar pasando lo mismo con el gobierno de 2018, ese “gobierno bonito” que ya no se lo parecerá tanto. Por ahí andaba el mentor de Koldo, Ábalos, hasta que cayó. Cayó del verbo caer y calló del verbo callar. ¿Sabremos algún día lo que ocurrió?

Quedan pocos ministros de aquel gobierno, algunos ya bastante magullados, y al más consistente de ellos, el incombustible Luis Planas, le crecen ahora los tractores. Llegó después la pandemia, que fue la excusa de Sánchez para tantas cosas y puede acabar siendo su tumba. Junta un pangolín resfriado y un pillo como Koldo García, y por algún sitio empiezan a desaparecer millones de euros de dinero público.

Nota mental 1: nunca más darle un puesto de responsabilidad a un portero de puticlub. Nota mental 2: si le das un puesto de responsabilidad a un portero de puticlub ponte a temblar en cuanto estornude el primer pangolín.