Se iban a morir igual

Que todos vamos a morir es una verdad incuestionable pero cómo y cuándo es algo que puede variar hasta el infinito. El trato que da una sociedad a los enfermos graves dice mucho de su calidad humana. Como especie hemos sobrevivido, nos hemos expandido y hemos logrado maravillas no por los guerreros y los conquistadores sino porque nos cuidaron y cuidamos.

Bien sabe una madre el valor que tiene la vida y esa compasión primera ligada al vínculo más evidente se hace extensiva al resto de miembros del grupo. Somos personas porque nos ocupamos de los que no pueden valerse por sí mismo, porque buscamos remedios a las enfermedades, los que estamos sanos hacemos lo posible para aliviar el dolor de aquellos que sufren a nuestro alrededor.

Lo hacemos si los amamos y queremos para ellos bienestar y salud pero también tenemos la capacidad de sentir compasión por los desconocidos. A menos que se sea un o una psicópata, claro está, en este caso se carece de la facultad de hacerse uno cargo del dolor de los demás.

Por esto creo que es bueno que Isabel Díaz Ayuso expresara de forma tan clara lo que piensa sobre los mayores que murieron en las residencias por falta de atención: que se iban a morir igual. Es bueno que lo diga tan nítidamente porque así le vemos las fauces al neoliberalismo descarnado que nos propone esta derecha radical para la que es aceptable tirar a la basura a quien ya no es útil para el sistema o dejar morir al que se tiene por una carga cara.

Para estos nihilistas del capital lo único importante es el beneficio económico máximo a costa de lo que sea y de quien sea.