Sin hogar y sin salud: así es la última oportunidad de tener una vida normal (y un abrazo)
Visitamos el proyecto de salud de Hogar Sí para personas enfermas, solas o sin techo
Sin hogar y sin salud. Así es la última oportunidad de tener una vida normal
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Madrid
Al proverbio chino de la caña en lugar del pez habría que añadirle la voluntad política. O el cambio de mentalidad. Incluso bastaría con echar las cuentas. Actualmente hay en España treinta y siete mil personas viviendo en la calle. Son muchas, sí, pero no es una cifra tan alta como para no poder solucionarlo. Salir de la calle es muy difícil, más aún cuando el problema se cronifica. Los albergues dan respuesta a la urgencia pero no es una solución.
“Hogar sí” es una institución que nace en los 90 con la intención de romper el círculo en el que entra una persona sin hogar. En sus tres proyectos en toda España inciden en los derechos básicos de cualquier persona: vivienda, trabajo y salud.“Una plaza para dormir en un albergue sale mucho más cara que una vivienda como las que tenemos nosotros. Solo es necesario cambiar las costumbres y la actitud” Patricia Gómez es la directora y junto con la coordinadora del proyecto de salud, Victoria, nos enseñan cómo son estas casas en las que conviven 60 personas convalecientes y, algunas, en paliativos. Aquí en Madrid el servicio pertenece a la Comunidad que es la que lo financia íntegramente. En el resto del país se financian con IRPF estatal y autonómico y con ayudas de empresas. Aunque este año en Murcia se han quedado sin esas subvenciones y el proyecto corre peligro de desaparecer en un año.
No son un Hospital, ni un centro de salud. Es un hogar en el que profesionales, trabajadores sociales, psicólogos, acompañan a personas que por su estado de salud no tienen un lugar en el que pasar la convalecencia, recuperarse o morir. Morir con dignidad, no como Antonio, el amigo de Vicky, un español “muy simpático, parecía mi abuelito”, que le enseñó cuál era el mejor cajero para dormir porque no le funcionaban las cámaras. Una mañana fue a despertarle para ir a hacer la cola del desayuno “porque solo le dan chocolate con churros a los veinte primeros, y estaba tieso. Me quedé en shock. No le voy a olvidar nunca”. Tampoco va a olvidar el día en que le dijeron que tenía un cáncer en el pecho “me negué al tratamiento de quimioterapia porque necesitaba trabajar para enviarle dinero a mi madre y mis hijos”. Como no podía quedarse en la casa en la que trabajaba interna pidió plaza en Hogar sí, pero en ese momento no había y se quedó en la calle, donde conoció a Antonio. Ahora lleva dos años viviendo aquí. Se muere, pero cuando suceda estará acompañada y mientras tanto está feliz. Prepara junto a Paco la comida porque hoy es su cumpleaños (tranquila Vicky, que no diremos cuántos)
Paco vivía de alquiler, tenía trabajo, pero la pandemia le dejó literalmente en la calle. “El primer día estaba muy desorientado. No sabía dónde ir ni qué hacer”. Un fallo multiorgánico le llevó al Hospital y luego al centro. Ahora cobra el SMI pero con eso no llega. “Solo quiero trabajar y tener una vida normal”. Lo mismo quiere Ricardo, solo que en su planteamiento la soledad es su deseo. Su madre era alcohólica y se suicidó cuando él tenía tres años. Nunca conoció a su padre. Hasta los 21 estuvo en un internado. Sus experiencias le hacen pensar que la gente es mala por naturaleza así que, hasta que enfermó, vivía solo con su perra. Y cuando pueda volver a su casa acogerá a más perritos. Es el único cariño que acepta.
Tampoco Albino está muy por la labor de confiar en nadie. “En la calle no puedes tener amigos porque te roban”. Habla con la experiencia y la mirada de quien ha pasado veinte años viviendo entre cartones.
Muchas de estas personas, por su condición, no son candidatas a trasplantes ni tratamientos específicos. “Nosotros somos su última oportunidad para sobrellevar la enfermedad” y vivir lo más parecido a la normalidad
Paqui Ramos
Casi siempre en la radio. Siempre en la SER. Trabajando con Javier del Pino y yendo a sitios con Juanjo...