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Mariúpol, segundo año en el infierno

Human Rights Watch detalla con cientos de entrevistas, fotografías y vídeos las atrocidades cometidas por Rusia desde la toma de la ciudad portuaria con la que comenzó la invasión de Ucrania

Edificios dañados en Mariúpol el pasado año / Anadolu

Mariúpol era una ciudad vibrante. Una pequeña localidad portuaria con una amplia escena cultural y un teatro conocido en todo el país. Pero Mariúpol también es una ciudad con una importancia estratégica vital si alguien quiere invadir Ucrania: comunica la península de Crimea con el Donbás, el amplio territorio minero y de influencia rusa del este del país. Permite controlar la mayor parte del mar de Azov y es un puerto fundamental para la exportación de carbón, acero y maíz.

Por eso Mariúpol se convirtió en un infierno el 24 de febrero de 2022. En el momento en el que los tanques rusos atravesaron la frontera para invadir Ucrania, esta ciudad se convirtió en un objetivo prioritario para establecer una línea de control para Rusia desde el este al sur de Ucrania. Y desde ese momento, y hasta mediados de mayo, las escenas que se desarrollaron en Mariúpol recuerdan a los peores momentos de la historia de la humanidad.

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Human Rights Watch ha recopilado más de 200 entrevistas a ciudadanos de la localidad, así como más de 800 fotografías y vídeos para poder realizar una cronología detallada de la toma de Mariúpol, los abusos cometidos contra sus residentes y la realidad de esta localidad en el segundo aniversario del inicio de la invasión de Ucrania. El 93% de las viviendas resultaron dañadas, todos los hospitales fueron alcanzados, sólo 3 de 89 colegios escaparon del fuego ruso.

Gerry Simpson, uno de los coordinadores del informe, describe a la SER cómo en esos días de febrero y marzo de 2022 se sucedieron los ataques contra edificios civiles, los cortes de luz y de agua corriente. Relata el caso de una abuela que se enteró por los medios de la muerte de su hija, su nieta y dos parientes más en un bombardeo contra un edificio residencial que dejó 17 muertos. "Se dirigió a los cementerios para ver si podía averiguar algo sobre el lugar en el que habían sido enterrados sus parientes; cinco meses de búsqueda, de haber entregado muestras de su ADN, y de haber desenterrado a una niña que resultó no ser su nieta. Finalmente, después de cinco meses encontró el cuerpo de su nieta y pudo llevarla a su localidad de origen para enterrarla", relata.

A oscuras y bajo cero

En apenas diez días, el ejército ruso dejó a la ciudad sin electricidad ni agua corriente. Durante un total de siete semanas las tropas rusas llevaron a cabo un asedio en el que los habitantes de Mariúpol tuvieron que refugiarse en sótanos, cines, gimnasios o refugios improvisados. Un asedio que les obligó a beber agua fundiendo la nieve o haciendo acopio de los charcos que dejaba la lluvia, en el que los voluntarios que iban a los pozos se jugaban la vida para poder ayudar a sus vecinos.

Una mujer describe que el 2 de abril su marido fue a recoger agua a un pozo cercano a su casa. "Nunca regresó", relata, "un vecino me dijo después que había visto un ataque contra un cruce de calles por el que mi marido tenía que pasar. Le busqué durante cinco días y nunca volví a verle".

No sabíamos si Mariúpol estaba bajo control ucraniano o no, ni siquiera sabíamos si nuestro presidente estaba en Ucrania

—  Testimonio de un vecino de Mariúpol sobre los primeros días del asedio

Conocer el número de muertos totales por el asedio sobre Mariúpol es prácticamente imposible. A las víctimas directas de los bombardeos y los disparos se suman los que fallecieron por no tener acceso a sus medicinas, quienes enfermaban por beber agua en mal estado o quienes, como el caso de un hombre que HRW describe en su informe, no tenían fuerzas para poder recorrer 300 metros bajo las balas y llegar a un hospital.

La gente dormía en los pasillos de la universidad. Mi hermano y yo tuvimos que dormir sobre una mesa estrecha de metal. Rompimos los radiadores para poder beber agua.

—  Testimonio de un alumno universitario

Dos semanas después del inicio de la ofensiva sobre Mariúpol ya no había acceso a gas. Los supervivientes se agolpaban en los refugios a oscuras y sufriendo temperaturas bajo cero. Hasta agosto no comenzó a recuperarse el servicio de agua y todavía a principios de 2023 seguían reinstaurándose distintos servicios básicos.

Tumbas individuales localizadas en una imagen de satélite en uno de los cementerios de Mariúpol

Tumbas individuales localizadas en una imagen de satélite en uno de los cementerios de Mariúpol / Airbus

Muertos por las calles

Los testimonios recopilados en el documento describen cómo se agolparon los cadáveres en las aceras, entre las ruinas de los edificios. Cómo cientos de personas no han podido aún saber dónde yacen sus seres queridos. Sólo en el primer año de la invasión, las fotografías estudiadas por Human Rights Watch muestran la presencia de 10.000 nuevas tumbas en los cementerios de la ciudad.

Durante la primera mitad de marzo de 2022, la intensidad de los bombardeos impidió que se pudiera enterrar a todos los muertos y algunos familiares intentaban dar descanso a sus seres queridos en parques, zonas con césped, incluso en campos de fútbol. Entre esos fallecidos había niños y hasta una superviviente del Holocausto, Vanda Obiedkova, que murió de hipotermia y fue enterrada en un parque.

Estaba cubierto de dolor y me dolía todo. Me había roto un hombro y dos costillas. Me había quemado las manos hasta el punto de que no se distinguían las venas. Se me caía la piel de otras partes del cuerpo. Aún tengo metralla en mi cuerpo y tengo que vivir con eso dentro.

—  Superviviente de un ataque el 13 de marzo de 2022

El 9 de marzo de 2022 se produjo un ataque contra un edificio residencial que describe una de sus ocupantes en el informe. "Vladimir, que tenía unos 55 años, y otro hombre llamado Ivan que se había refugiado en nuestro edificio estaban fuera haciendo café y preparando comida para niños. En ese momento un avión lanzó una bomba que cayó enfrente de la entrada. Murieron en la escalera, quedaron destrozados y toda la planta baja quedó cubierta de sangre. Logramos recuperar sus cuerpos y trasladarlos a otro punto del edificio".

Los soldados rusos pagaron con dinero o comida a residentes en Mariúpol para que recogieran los cuerpos de las calles, algunos de los cuales llevaban días a la intemperie o bajo los escombros. Posteriormente, crearon una base de datos centralizada en un único ordenador al que se acercan los supervivientes para ver si figuran sus parientes como víctimas, si hay fotografías de sus cuerpos e información de dónde han sido enterrados.

Simpson cree que esa base de datos es de las pocas decisiones que han tomado los rusos que pueden resultar un alivio para sus víctimas, aunque aún así disipa en todo momento la idea de que se haya llevado a cabo un trabajo pormenorizado y lamenta que tampoco se presenta en condiciones que alivien el sufrimiento de las víctimas: "No está claro qué cantidad de datos específicos tiene ese base, si registra en qué cementerios exactos se ha enterrado a las víctimas. Tenemos ejemplos de cruces con números puestos en ellas en cementerios. Quizá esos números puedan cruzarse con algunos presentes en la base de datos", explica.

Bloqueo de la ayuda humanitaria

El informe de Human Rights Watch detalla en varias ocasiones cómo los soldados rusos utilizaron infraestructuras sanitarias como bases militares y cómo, al mismo tiempo, impidieron tanto que los civiles pudieran escapar como que la ayuda humanitaria pudiera ingresar en Mariúpol. Los rusos bombardearon las líneas de tren y los autobuses dispuestos para evacuar la localidad y establecieron puestos de control para detener la llegada de ayuda procedente de otros puntos de Ucrania.

Hemos encontrado numerosas violaciones de las leyes de la guerra que incluyen ataques aéreos deliberados e indiscriminados contra hospitales o edificios residenciales

—  Gerry Simpson, Human Rights Watch

Un oficial del servicio de transporte de Mariúpol describe a los investigadores como tuvo que sacar combustible y baterías de autobuses destruidos. "Hubo nuevos ataques en la cochera donde se guardaban los autobuses y cada día perdíamos al menos una docena de vehículos", relata. A partir del 27 de febrero quedaron inutilizadas las vías de tren que habilitaban la salida por ese medio por el norte de Mariúpol.

En esa línea, Simpson cuenta que "los rusos impidieron que los civiles evacuaran la ciudad y también bloquearon la entrada de ayuda en Mariúpol sin que eso supusiera una ventaja militar para ellos. No hay una justificación militar para hacer todo esto por lo que pueden considerarse crímenes de guerra".

Cuando finalmente los soldados permitieron a los residentes salir, se les intentó deportar a territorio ruso y se tomaron muestras biométricas. Huellas, fotografías, chequeo de sus teléfonos móviles, de sus afiliaciones políticas.

Objetivo de Moscú: ciudad rusa en 2035

En el momento actual, Rusia ha iniciado la reconstrucción de Mariúpol con el objetivo de que recupere su población original, cercana al medio millón de personas, en 2035. Es un proceso de rusificación a gran escala en el que se están construyendo edificios según los principios arquitectónicos tradicionales de Rusia, se ha variado el contenido de los libros de texto para negar la historia de Ucrania o en el que se obliga a los residentes a obtener la ciudadanía rusa para optar a trabajos públicos.

En los nuevos edificios se prioriza que los vecinos sean rusos o colaboracionistas ucranianos al tiempo que el Kremlin niega todas las acusaciones de las barbaridades cometidas en dos años de infierno. En este mes de febrero, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha argumentado que el elevado número de muertos en Mariúpol en realidad ha sido culpa del uso de escudos humanos por parte del ejército ucraniano. Ni Rusia ni ninguna organización internacional independiente han ofrecido pruebas que sostengan esta acusación.

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Simpson relata el miedo de los ucranianos que se han quedado en Mariúpol: "Es muy difícil acceder a la gente por teléfono. Están muy nerviosos y todas las líneas telefónicas están bajo control de los rusos. Las líneas telefónicas no son seguras. Rusia está realizando esfuerzos además para reconstruir la ciudad a imagen y semejanza de una ciudad rusa".

Miles de personas siguen desaparecidas, miles han sido deportadas a Rusia sin que haya conocido cuál es su paradero y su destino. Miles de restos quedaron mezclados con los escombros de los edificios que fueron recogidos para construir nuevos edificios. Mariúpol unió a los símbolos de las atrocidades de la guerra el ataque a su teatro el 16 de marzo de 2022 en el que murieron al menos 600 personas que se refugiaban en el edificio. Dos años después, la ciudad sigue siendo la fotografía del infierno.

Antonio Martín

Antonio Martín

Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó a la Cadena SER en 2005 y desde entonces ha formado...

 
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