Afantasía

Madrid

Acabamos una semana en la que hemos hablado mucho de la radio, de su capacidad para transmitir sin ver, haciendo imaginar a nuestros oyentes. Una capacidad que damos por universal, sin serlo. Porque cuatro de cada cien personas tienen dificultad para crear imágenes en su interior, para imaginar, para recordar, para soñar... Una patología para la que se ha creado un neologismo, afantasía, que aún no ha llegado al diccionario, pero que está perfectamente formado.

Porque si la fantasía es la facultad que nos permite recordar el pasado mediante imágenes o representar cosas ideales que no existen salvo en nuestros ensueños, ese prefijo a-, que indica en algunos casos negación, nos permite nombrar la incapacidad de hacerlo. Es muy bonita la cuarta acepción de la palabra, que nos habla del grado superior de la imaginación, porque la fantasía nos permite inventar o producir. Esta palabra fantástica echa raíces en el griego y en su mitología, porque Phantasos, emparentado con Hipnos y Morfeo, era el provocador de las fantasías que nublan la razón creando la confusión entre lo real y lo ficticio. Por eso la feliz fantasía esta emparentada con los perturbadores fantasmas. Y por eso, no es lo mismo ser un fantaseador que un fantasioso, ni una fantasía que una fantasmada, ni un individuo fantástico que un presuntuoso fantasma.