Escuchante

Madrid

Muchas veces nuestros oyentes nos llaman la atención sobre la sutil diferencia entre dos verbos aparentemente sinónimos que nos atañen: oír y escuchar. El primero hace referencia a percibir con el oído los sonidos; el segundo añade una condición: la de prestar atención a lo que se oye. Los académicos, cuando en 1936 incluyen la palabra radiodifusión, conscientes de que quienes recibían la señal por aquellos aparatos, entonces hipermodernos, lo hacían con diferentes grados de atención, incluyeron dos palabras para nombrarlos: radioescuchas y radioyentes.

Con el paso del tiempo, los radioescuchas solo quedaron en el léxico de algún personaje del universo de Juan Carlos Ortega, mientras los radioyentes encogieron para quedarse en oyentes. No prosperó en esos años el término escuchante, que podría haber sido. De hecho estuvo durante casi tres siglos en el diccionario para nombrar, en general, a quien escucha, hasta que los académicos lo sacaron en 1992 seguramente por falta de uso. Pero hubo una mujer aquí presente, Pepa Fernández, que se empeñó en recuperarla dirigiéndose a sus oyentes como escuchantes. Y no sé si tendrá influencia en la RAE, pero los académicos decidieron recuperar la palabra en el diccionario en 2014. Algunas de estas palabras que nacieron como participio activo, acabaron siendo adjetivos y sustantivos y generaron su correspondiente femenino. Ahí tenemos presidenta, por ejemplo. De momento escuchanta no ha llegado al diccionario. Quizás si Pepa se empeña...