Los serenos todavía existen: "Con todo lo que ando cada noche, me podría haber recorrido España entera"

Madrid

Hasta finales de los años 70 del siglo pasado la figura del sereno era muy habitual por las noches en muchos pueblos de España. A lo mejor muchos no han visto a uno en su vida y seguro que la mayoría piensa que ya no existen, pero en pleno siglo XXI todavía hay personas que tienen como oficio el de sereno. En 'Hora 25' hablamos con Pilar García, que ejerce el oficio de sereno en la ciudad de Gijón.

La ciudad asturiana de Gijón recuperó la figura del sereno en el año 1999. Ese año nació el Servicio de Serenos Gijón, que se puso en marcha a través de un plan de empleo municipal dirigido a colectivos desfavorecidos como mujeres, parados de larga duración o inmigrantes. Gijón fue la primera ciudad española en recuperar esta figura. Tras casi veinte años de funcionamiento, el servicio se ha consolidado gracias a la colaboración económica de comerciantes, comunidades de vecinos y el Ayuntamiento de Gijón.

"Cú, cú, aquí estoy". Así empieza la entrevista Pilar García, emulando el mítico aviso que pregonaban los serenos. Pilar nos explica a qué se dedica exactamente un sereno en 2023: "A muchísimas cosas, la lista es enorme. Nosotros salimos a la calle y no sabemos qué nos vamos a encontrar. Pero principalmente nos dedicamos a comprobar que todos los comercios y locales que son clientes estén con sus puertas bien cerradas, que nadie se haya olvidado las llaves y todo lo que nos hayan querido proponer para su negocio: que vigilemos que las luces se enciendan o se apaguen a equis hora, si les salta la alarma nos pueden pedir que nos acerquemos a ver si está todo bien...".

Nos cuenta Pilar que un sereno hoy en día ya no es la solución, sino parte de ella: "Lo que hacemos es comunicar el problema a aquellas personas que corresponda. Bien a los servicios de seguridad o bien a los servicios de emergencia. Nos adaptamos a todas las situaciones. No nos podemos imaginar qué es lo que va a pasar cuando salimos de casa". Los serenos ya no llevan consigo las llaves de los portales de las casas, como antiguamente. Afortunadamente, el invento de los porteros automáticos lo ha cambiado todo, nos dice Pilar.

La jornada de un sereno es bastante larga: "Empezamos nuestra jornada a las once de la noche y acabamos a las siete de la mañana. Tenemos el horario cambiado. Yo, por ejemplo, me levanto a las diez de la noche para trabajar". Aimar Bretos se acuerda de su horario en el 'Hoy por Hoy' con Pepa Bueno, él también se levantaba de noche para ir a trabajar. Lo que no hacía Aimar era andar tanto como Pilar en su trabajo: "Los diez mil pasos diarios los hago de sobra. Ya ni los miramos. Es una media de entre 20 y 30 kilómetros, que se dice pronto". Todos los días, Pilar se podría haber recorrido España entera ya. Además, no se sientan en toda la noche, salvo la media hora de descanso que tienen. Un trabajo bastante cansado.

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Noche, soledad, miedo

Los serenos van solos por la calle, pero Pilar nos dice que no le da miedo: "Formamos un equipo. Estamos solos quizás físicamente, pero tenemos nuestros recursos, no tengo sensación de estar sola. Gijón es una ciudad muy tranquila y hay momentos en los que en la ciudad hay turistas, pero cuando ya no hay gente empieza a aparecer la gente que va a trabajar, mucha gente, así que no tengo sensación de estar sola. Pero sí que alguna vez he tenido algún susto. En ese caso llamas al Primo de Zumosol, que son las fuerzas de seguridad y que nos dejan más tranquilos". Si un sereno ve a alguien intentando cometer un delito, lo primero que nos dice Pilar que hay que hacer es no acercarse al sitio del delito, sino avisar a las fuerzas de seguridad. "Yo no me voy a meter en medio de una pelea. Yo estoy para comunicar a quien corresponda el problema que hay en ese momento. Si veo un delito o un robo, estoy obligada a llamar a la policía y, por supuesto, intentaré no ponerme en peligro".

Pilar acaba la entrevista reconociéndonos que le gusta la noche: "Me gusta mucho. Ves muchas cosas que de otra forma no las verías. No solo la gente o lo que hablan, sino otras cosas. Hasta los fenómenos atmosféricos me gustan, los disfrutamos". Pilar García reconoce la amabilidad de los ciudadanos de Gijón, que también ayudan a los serenos cuando les afectan tormentas y se tienen que resguardar de la lluvia en portales. Para terminar, Aimar se pregunta si en el caso de Pilar no sería más correcto el término "serena": "Yo siempre digo sereno, pero cuando vas por la calle es inevitable que digan: anda, mira, una serena".