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El Adamant, el barco en el Sena que rompe los prejuicios en torno a la salud mental

El director francés Nicholas Phillibert estrena este documental, 'En el Adamant', que ganó el Oso de Oro en Berlín y que busca quitar prejuicios y dramatismo a las enfermedades psiquiátricas

Fotograma de En el Adamant

Fotograma de En el Adamant

Madrid

La cámara de Nicholas Phillibert, cineasta que empezó a tener reconocimiento gracias a su documental sobre la escuela francesa Ser y tener, busca evitar crear jerarquías o enfatizar las diferencias. La cámara de Phillibert quiere desaparecer. Es algo difícil que muchos directores, bregados en el documental, han intentado. Alterar lo mínimo posible aquello que retratan, que el medio sea cuanto menos el mensaje, parafraseando a McLuhan. Por ello, en los inicios de En el Adamant, película que se estrena en cines esta semana y luego pasará a Filmin, el espectador mira de igual a igual a médicos y pacientes, no hay jerarquías entre ellos, ni fronteras. Todos están al mismo nivel. "No hay ningún signo que permita distinguir enfermos y médicos. No quería etiquetar a nadie, ni mostrar cada uno de los grupos de manera explícita. Eso no hubiera tenido mucho sentido decir quién es un paciente y quién es un médico. Es el espectador que tiene que asistir a esto. No hay barreras., decía el director en una entrevista en la Cadena SER realizada hace unos días en París, durante la celebración del encuentro del cine francés con periodistas extranjeros conocido como Unifrance.

El Adamant es un barco. De esos que los turistas que llegan a París vislumbran a lo largo del Sena. Se encuentra en el centro de una de las ciudades más bonitas y visitadas del mundo. Pero no sube a turistas, ni a parejas enamoradas que quieren recorrer el río, sino que es un centro de día, que acoge de mañana a tarde a pacientes con patologías psiquiátricas. "Hace trece años era un centro de día, que acogía a los pacientes, que estaba en un edificio en el centro de París, cuyo alquiler era exorbitante, muy caro. Era un sitio bastante incómodo, con tres pisos, por lo que los pacientes pasaban más tiempo subiendo y bajando". El precio del alquiler expulsó también a estos médicos y a estos pacientes de su edificio, pero la solución fue mejor. "Un día, el jefe de psiquiatría me dijo que había reflexionado sobre por qué consideramos que estos enfermos no tienen derecho a estar en un lugar agradable, como todo el mundo". Los pacientes, los médicos y arquitectos se reunieron y empezaron a imaginar este proyecto, que es un milagro y que cuesta cinco veces menos que el anterior y donde los usuarios pueden disfrutar del sol, del aire húmedo del Sena y de las vistas de su ciudad.

Fotograma de 'En el Adamant'

Fotograma de 'En el Adamant' / CEDIDA

Fotograma de 'En el Adamant'

Fotograma de 'En el Adamant' / CEDIDA

Efectivamente, ni el barco y su estructura arquitectónica, ni la cámara del director, ejercen distinción visual entre pacientes y cuidadores. Los pacientes participan y dialogan, debaten en asambleas, mantienen conversaciones privadas, pasean por la proa y al popa, fuman sus cigarrillos, toman café y participan en las actividades: danza, gimnasia, pintura... mientras cuentan sus historias personales. "La salud mental es algo que nos concierne a todos", dice el director que ya retrató el tema hace años, en 1996 en La moindre des choses. "A veces levantamos una especie de barrera entre aquellos a quienes denominamos normales y a aquellos a los que no. Entre locos y cuerdos. Yo creo que en realidad no hay barreras y si hay frontera es siempre porosa y fluida. Tenemos de la misma humanidad, tenemos mucho en común. Cuando conoces un poco el mundo de la psiquiatría te das cuenta de esto. Los clichés desaparecen y nos damos cuenta de que hay gente extremadamente lúcida e inteligente, gente hipersensible y por esa razón muy dolida. Yo me siento muy movido por todos los que me he encontrado, por la vulnerabilidad que hay en ese mundo. Es un campo inmenso que nos habla del alma, de los tormentos humanos y del estado de la sociedad".

Un campo tan inmenso que va a retratar en dos nuevos documentales. Con ellos cerrará una especie de tríptico, que no trilogía, que pasarán por la próxima edición de la Berlinale. "No hay una idea de que sea un relato cronológico, es más algo simultaneo que cuenta tres lugares diferentes. Esta película que habla de este centro de día ubicado en un lugar icónico, como es el Sena, en el corazón de París. El segundo, es un filme que he rodado en el hospital con aquellos pacientes que viven allí o que van a consulta. Después, estoy en proceso de montaje, del tercero, que acompaña a los enfermeros que trabajan en El Adamant, pero que realizan las visitas a domicilio en casa de los pacientes y se encuentran los problemas domésticos que tienen. Todos andamos algo perdidos, todos tenemos algo disfuncional en casa, pero cuando ocurre con personas con problemas psicóticos eso puede tener dimensiones mucho más angustiosas", nos cuenta Phillibert que ganó con esta película el Oso de Oro en la Berlinale.

"Me hizo sentir muy agradecido de estar en competición. Creo que ya fue ese el regalo, porque en los grandes festivales, Cannes Venecia, Berlín, es bastante raro que haya un documental en competición. Encima que la película gane el Oso de Oro es bueno también para toda la gente que hace un cine artesanal como el que hago yo, con poco presupuesto y con proyectos que se adentran en lugares complejos, como la psiquiatría". El año pasado el documental ganó en dos de esos festivales, en Berlín, pero también en Venecia con La belleza y el dolor, de Laura Poitras que hablaba de la crisis de los opioides. Algo está cambiando en el cine de autor que está apostando por estas historias que, a priori, pueden resultar baratas y fáciles de rodar, pero que requieren, reflexión y mucho tiempo, como nos contaba el director, que se instaló todo un verano en esa embarcación, para adentrarse en las historias interiores de los protagonistas de este documental, capturando instantes de su vida en común, su fragilidad y también su humor. "¿Por qué una película sobre la psiquiatría debe excluir el humor? En el Adamant hay muchas risas. Es verdad que hay gente que vive muchas angustias, muchos tormentos, pero hay muchos momentos divertidos, momentos placenteros, momentos ligeros. La película muestra esto también, quiere quitar esas ideas preconcebidas".

Una proximidad de la que el cineasta, sin imponer nunca su punto de vista, aprovecha al máximo para difundir su mensaje, todos necesitamos ayuda, no vivimos separados, sino juntos. No son extraños, somos nosotros, parece decirnos la película. Por eso es importante destacar que L’Adamant forma parte del sistema sanitario público, forma parte de un hospital público. En Francia, como en España, también hay un debate sobre los estragos que los recortes neoliberales han provocado en la sanidad, siendo la salud mental la más dañada. "En Francia también hay un debate sobre el abandono en el que se encuentra la psiquiatría pública. Está totalmente devastada. Le faltan camas, le falta personal, le faltan enfermeras sobre todo. Los médicos no pueden ejercer su trabajo dignamente y eso obliga a que se comporten como vigilantes, y no tienen tiempo para estar con los pacientes, para escucharles, para tener paciencia. Trabajan de manera robotizada, lo que impide reflexionar", nos cuenta el director que ha logrado que su Adamant recuerde a veces a L'Atalante, de Jean Vigo y que la locura deje de ser un espacio de exclusión para ser un espacio de encuentro.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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