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Las cicatrices del terremoto de Turquía y Siria un año después

Volvemos a Turquía y Siria un año después del devastador terremoto para comprobar el lento avance de la reconstrucción y la herida psicológica abierta en los supervivientes

'Las cicatrices del terremoto de Turquía y Siria, un año después'

'Las cicatrices del terremoto de Turquía y Siria, un año después'

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Más de un centenar de personas siguen desaparecidas un año después del terremoto que arrasó el sureste de Turquía. Quince millones de personas se vieron afectadas de forma directa o indirecta por los tres seísmos con un nivel de destrucción descomunal que dejaron más de 53.500 muertos y más de cien mil heridos. Casi 50.000 edificios se vinieron abajo, y otros muchos, como escuelas y hospitales se vieron seriamente dañados. Turquía aún lucha por normalizar la situación y la reconstrucción de las once provincias afectadas, un área de aproximadamente 120.000 kilómetros cuadrados, es la prioridad del Gobierno.

La Cadena SER fue testigo directo de aquella tragedia y, un año después, ha regresado a la zona cero para palpar la realidad que se vive allí. Una de las zonas más afectadas fue la provincia de Hatay, enclavada en la frontera entre Siria y la costa mediterránea, en la que ya ha empezado la reconstrucción. Sin embargo, entre la gente persiste la incertidumbre sobre su futuro y el temor a que se repita el terremoto.

Aunque ya no quedan calles con escombros, el paisaje lo forman solares donde antes había casas, edificios fantasma con daños estructurales aún visibles, y muchos campos y recintos de barracones en los que viven los supervivientes. Algunos vecinos han establecido una red de solidaridad entre las familias y el Gobierno les proporciona ayuda psicológica y psiquiátrica.

La gestión de las ayudas internacionales por parte del Gobierno fue motivo de críticas internas y el Ejecutivo de Recep Tayyip Erdoğan sigue todavía en el punto de mira por su compromiso para una reconstrucción relámpago. El terremoto se produjo pocos meses antes de las elecciones presidenciales y el Gobierno prometió una respuesta inmediata a la población. Un año después, las excavadoras siguen retirando edificios derrumbados de las parcelas, pero apenas hay viviendas de nueva construcción y, de los edificios residenciales que se han terminado, el presidente Erdoğan todavía no ha entregado las llaves a las familias. Además, todavía existe la duda de si los afectados tendrán que pagar por estas viviendas y cuál será la cuantía del pago o cómo se ayudará a las personas que han quedado discapacitadas y han perdido su forma de vida.

Bloqueo a la ayuda humanitaria en Siria

Aquel terremoto también asoló a Siria en medio de una situación económica insostenible tras trece años sumida en una guerra. Este último año algunas zonas han empezado a recomponerse, pero las consecuencias del terremoto son todavía palpables. Desde Alepo nos atiende el misionero Alejandro León de Misiones Salesianas quien ya hace un año mostraba preocupación por la sequía de combustible y la falta de luz y de comida. “Si hace un año entre el frío y el terremoto hubo una escasez de comida, ahora lo peor es la gran crisis económica”, relata. “Acabo de llegar de Damasco y estoy en shock de ver tantos niños comiendo de la basura. Yo nunca había visto este grado de miseria”.

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La inmigración interna ha multiplicado esta situación. Tras la catástrofe, la comunidad internacional se volcó con Turquía y la ayuda internacional llegó con cuentagotas a la población siria. Una restricción de la ayuda humanitaria que todavía se mantiene por el férreo sistema de control del Gobierno sirio que desmotiva a los países donantes. “Han llegado ayudas a lo largo de este año, sobre todo para afrontar la crisis del terremoto, pero no son suficientes para afrontar la crisis humanitaria”, lamenta León.

El misionero asegura que cada vez es más difícil la movilidad en la región por el conflicto en Gaza y recuerda que solo un mes después del terremoto, cuando Siria sufría lo peor de la crisis humanitaria por la falta de comida, Israel bombardeó el aeropuerto de Alepo. “Este año lo ha hecho al menos tres veces, también con el de Damasco dos veces”, denuncia. Ese tipo de acciones militares cortan durante días el transporte aéreo, impidiendo la llegada de alimentación.

 
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