Más listos que nadie

Galicia

Llevar la contraria está en la naturaleza misma de algunas personas. Se les va la vida corrigiendo las opiniones ajenas, siempre tan desafortunadas. Jamás descansan, porque allí a donde miran descubren fallos, horrores, objeciones. Quizás sueñan con la palabra «Pero», y cuando se levantan por la mañana, y vas a desearles «Buenos días», se adelantan y dicen «Me opongo». Llevar la contraria les consume las veinticuatro o veinticinco horas del día. Pienso, por ejemplo, en el juez García-Castellón. Difícil no admirarlo un poco por embarcarse en ese proyecto tan megalómano que es tener la razón continuamente, hasta cuando no quieres. No está solo, por supuesto. Quién sabe si a su altura ya solo se encuentran los redactores de la ley de amnistía. Pensar a la contra es superior a ciertas inteligencias. Tal vez ni se den cuenta de que lo refutan todo. Hablas con ellas por hablar, porque es el silencio lo que no está en tu naturaleza, y de pronto te están explicando por qué es mejor no dejar pasar tanto la carne, en tu estilo, o no leer tal o cual mierda de novelas, tan propio de ti, o no aparcar el coche de morro, o sea, tu forma preferida. Para ellas la vida no merece la pena si no demuestran que son listísimas, que no siempre es lo contrario de ser la hostia de tontas.