Contagio
En pocos días hemos vivido los ataques a barcos de transporte que circulaban por el Mar Rojo, a cargo de la minoría hutí del Yemen, que viene siendo respaldada por el Gobierno teocrático de Irán
Barcelona
La violencia se contagia, a veces azarosamente. En pocos días hemos vivido los ataques a barcos de transporte que circulaban por el Mar Rojo, a cargo de la minoría hutí del Yemen, que viene siendo respaldada por el Gobierno teocrático de Irán, y que ha provocado la casi parálisis de la navegación en ese mar. También, el golpe del misil israelí que acabó abruptamente en la capital libanesa, Beirut, con la vida del número dos de Hamás, Saleh Al Aruri. Y finalmente, el acto terrorista en Irán, que ha provocado más de ochenta muertos: primero se pensó que podría ser a cuenta de un dron israelí, ahora parece ser que el yihadista Estado islámico envió ahí a dos militantes suicidas que explosionaron sus cinturones explosivos.
Atención, ninguno de estos sucesos ocurrió en el epicentro del conflicto actual, o sea, en territorio israelí o palestino. Pero los tres, en zonas política y geográficamente próximas: Líbano, Yemen, Irán.
Parecería que alguno, o algunos protagonistas, quieren extender el desastre, contagiar, contaminar o pudrir su entorno más próximo. Si eso es así, significa que podríamos pasar de un conflicto local, relativamente contenido en su perímetro, localizado, a un litigio regional, más amplio y complicado, con muchos más actores, con desarrollos todavía mucho más violentos. Y con un impacto económico, energético y geopolítico más decisivo. Que ni Dios, ni Yahvé, ni Alá lo quieran.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...