La 'uberización' de la agricultura: los fondos de inversión colonizan el campo

Madrid

La especulación inmobiliaria ya no es solo cosa del ladrillo; los fondos de inversión son los nuevos terratenientes del campo español. Atraídos por la alta rentabilidad de algunos cultivos como el olivo, el pistacho o el almendro, los grandes inversores llevan aproximadamente una década comprando y alquilando extensas superficies de terreno agrícola para instalar plantaciones en intensivo. La consecuencia es lo que la organización agraria COAG denomina "la uberización del campo", en referencia al proceso de industrialización del primer sector en el que muchos agricultores han pasado de trabajar sus propias tierras a ser empleados de grandes empresas que buscan sacar la máxima rentabilidad en sus fincas.

A diferencia del mercado inmobiliario tradicional, los fondos de inversión ven en la tierra un refugio de dinero que no pierde valor y les ofrece mayor estabilidad. Es una oportunidad, también, de luchar contra la inflación que se materializa en la subida de precios de los alimentos. "Vienen buscando acaparar suelo y agua, de ahí que tengan especial presencia en el bajo Guadalquivir. Buscan sobredimensionar las explotaciones para reducir los gastos de la industria convencional. Frente a eso, no puede competir un agricultor", analiza Francisco Elvira, secretario de Organización de COAG Jaén. Se refiere, entre otros costes, a los derivados de la contratación del personal: cuanto más intensiva es una producción y más mecanizada está, menos mano de obra necesitará contratar. ¿El resultado? Un modelo de agricultura que no fija población en una España cada vez más despoblada en sus zonas rurales. "Como sociedad, deberíamos perseguir que la actividad intervenga en la vida del lugar", reivindica Elvira.

Cada vez más explotaciones, pero menos agricultores propietarios

“Los fondos de inversión han multiplicado su inversión por dos en solo un año; eso nos da una idea del poder económico que tienen con respecto a un productor tradicional”, reflexiona el agricultor de cereales Marcos Garcés, residente en Bañón (Teruel). "Estos inversores no se preocupan por la soberanía alimentaria ni tienen ningún tipo de ética, buscan obtener la mayor rentabilidad", opina, a la par que invita a preguntarse en manos de quién está cayendo el modelo alimentario de nuestro país.