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'Mathilda', una obra pasional e introspectiva

Mary Shelley, creadora de Frankenstein, escribió la novela entre 1819 y 1820, pero esta no fue publicada hasta 1959

'Mathilda', una obra pasional e introspectiva

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Mary Wollstonecraft Godwin, o Mary Shelley tras su matrimonio con Percey Shelley, nació en Londres en 1797 y murió en 1851. Su madre, Mary Wollstonecraft, fue una de las primeras activistas feministas mientras que su padre, William Godwin, fue uno de los principales filósofos que teorizaron sobre el movimiento anarquista político. Formó parte del círculo de poetas románticos que frecuentaba Lord Byron. A los veintiún años, en 1818, Mary Shelley publicó su primera novela, 'Frankenstein o el moderno Prometeo'. También es autora de las novelas 'Lodore', 'Falkner y la futurista' o 'El último hombre', de 1826, que escenifica, nada menos, que el fin de la civilización, en el siglo XXI. 'Mathilda' fue escrita entre 1819 y 1820, pero no fue publicada hasta 1959. Es una obra pasional e introspectiva, profundamente romántica, inquietante, profunda y escrita de una forma que hoy, más de 200 años después, nos sigue conmoviendo y revolviendo.

Como señala María Paz Rodríguez, 'Mathilda' es una novela que se estructura como el soliloquio de una mujer frente a la muerte; una muerte deseada. La autora construye una voz narrativa que se articula en forma de una larga epístola. La carta, por sus posibilidades expresivas, ofrece intimidad, tiene la particularidad de hablar sin tapujos sobre lo que sea. Así, el lector queda atrapado desde las primeras líneas ante la promesa de algo inconfesable que está a punto de ser revelado. Dirigida exclusivamente a un destinatario, la carta nos lleva a preguntarnos: ¿qué ha ocurrido, qué cosa tan grave pudo haberle pasado a esta joven para llegar al extremo de la agonía?

Una novela sobre el incesto y el suicidio

'Mathilda' es una obra pasional e introspectiva que trata sobre el incesto y el suicidio, y que gira en torno a la identidad y a la subjetividad femeninas, atrapadas en el «círculo mágico» de la feminidad convencional y de la claustrofóbica unidad familiar. Mary Shelley dota a esta novela de un marcado carácter autobiográfico. La heroína de 'Mathilda' es el resultado del primer deseo mortal de su padre, y el libro se convierte en un mito fundacional aún más autobiográfico que Frankenstein. Sus páginas nos llevan a lo mejor del Romanticismo inglés: en ellas nos encontraremos con la Naturaleza, con relaciones apasionadas y con esa pulsión suicida tan propia de la época.

Como señala Pablo Retamal, Mary Shelley se lanza a la aventura de su segunda novela sumida en la tristeza tras el fallecimiento de dos de sus hijos pequeños, Clara y William, de uno y tres años respectivamente, y encuentra en la escritura un motor para seguir sobreviviendo, como un manifiesto sobre las posibilidades del arte como registro y redención. María Paz Rodríguez destaca en la obra de Shelley su prosa, la gravedad de los temas que toca en sus obras y que hay un 'halo' existencial que cruza toda su escritura, lo que le da un tono ominoso y muy visceral a aquello que escribe. “Mathilda” es muy rupturista, y la escritura de Mary Shelley es impensada para una mujer de la época. Es una obra exquisita y rara en su género.

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Señala Carmen Virgili que el padre de Mathilda se configura según los esquemas del héroe fatal del Romanticismo –hábitos melancólicos, huellas de pasiones extinguidas, culpas inconfesables, cara pálida, ojos penetrantes e inolvidables…– que se destruye a sí mismo y destruye a la mujer que cae en su órbita, haciendo suyas las palabras del Manfred de Byron "la amé y la destruí". Además, 'Mathilda' es una obra extrañamente premonitoria: la tragedia de Mathilda recuperando el cadáver de su padre ahogado en plena tempestad y devuelto por las aguas resulta estremecedoramente profética: en julio de 1822, y al cabo de una semana de inquietud y angustia, las aguas devolvieron a la orilla los cadáveres de Shelley y de su amigo Williams, ahogados en el golfo de La Spezia, al volcar su barco en plena tempestad. "'Mathilda' predice hasta los más pequeños detalles lo que ocurrió más tarde; en conjunto, se trata de un documento conmemorativo de lo que estoy viviendo hoy", contó Mary Shelley a su amiga Mary Ginsborne.

 
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