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Rebuscar en el armario propio y en el ajeno: Kim Kardashian se viste de Marylin Monroe

De los vestidos de María Antonieta al Museo del Traje de Madrid: un recorrido histórico de la ropa en el cine

Mucha ropa, demasiada ropa

Mucha ropa, demasiada ropa

24:09

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Madrid

En el siglo XVIII, María Antonieta tenía que decidir qué tres vestidos usar para un solo día: el de corte para la mañana, el de savile para la tarde y el de sociedad para la noche. El Archivo Nacional de París conserva cientos de vestidos de la que fue reina antes del comienzo de la Revolución francesa. Cuando no existían los showrooms, los fitting rooms ni los hauls, Maria Antonieta ya marcaba tendencia. En el guion de Maria Antonieta: La Reina Adolescente de Sofia Coppola se reflejan algunas de las decisiones que la convierten en una de las primeras influencers, por ejemplo cuando decide llevar "algo más sencillo y natural" y se viste de algodón de abajo a arriba. Un tejido reservado en esa época a la ropa interior. Ahora solo por uno de sus zapatos se pagan hasta 40.000 euros.

La ropa usada, en especial en el cine, es uno de los tesoros más codiciados. Por los vestidos de Marylin Monroe se han llegado a pagar cifras astronómicas, cinco millones de dólares por el que llevó en La tentación vive arriba y un millón por el rojo que usó en Los caballeros las prefieren rubias. Otro de los más icónicos fue el que lució mientras le cantaba "Happy Birthday Mr. President" a John F. Kennedy, y que años más tarde Kim Kardashian haría viral. Después de que la influencer lo llevara se revalorizó en más de cuatro millones de dólares, el seguro estima su precio total en diez millones. El de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes no ha entrado en la puja pero seguro que también alcanzaría cifras récord.

La encargada del taller de restauración del Museo del Traje de Madrid, Silvia Brasero, confiesa que da mucho trabajo "recuperar la seda cargada del siglo XIX porque no estaba bien elaborada. En aquel momento fue novedosa, pero para su conservación ahora es casi lo peor". Y revela que "prendas contemporáneas envejecen mucho peor que piezas del siglo XVIII por todo el plástico que tienen". Greenpeace ha elaborado un estudio para comprobar si los contenedores que prometen darle una segunda vida a las prendas usadas funcionan de verdad. Sara del Río, una de las investigadoras, explica que "el 80% de la ropa que desechamos se va fuera de la Unión Europea y termina en países africanos y asiáticos". Y añade que solo un cuarto de las prendas que siguieron pudo ser reutilizada. El consumo exacerbado ha disparado los volúmenes de residuo textil y los problemas con su gestión, a las puertas de las fiestas navideñas sigue en nuestras manos optar por la ropa de nuestros conocidos o la de terceros.

 
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