26 cabalgan y uno frena

Barcelona

Todos los gobiernos de la Unión Europea han acordado en la cumbre iniciar la negociación de adhesión con Ucrania, para que este país invadido se incorpore algún día al club. Es un gran paso, porque da esperanzas a los resistentes, vitamina la construcción europea, que saca siempre mucha punta a las ampliaciones, y envía un mensaje de fortaleza a Rusia.

Lo es más porque supone -casi- un broche a la presidencia semestral española, aunque quedan dos asuntos importantes pendientes de acuerdo, para la semana próxima: el pacto migratorio y la reforma de las reglas fiscales, de cara a volver a una cierta seriedad en el control del déficit y la deuda, que tanto han tenido que crecer por culpa de la pandemia y las guerras.

La luz verde para iniciar las negociaciones, que durarán años, pues suelen prolongarse durante un decenio, representa un éxito de la unidad europea. Pues el primer ministro ultraderechista y prorruso de Hungría, Víktor Orbán, amenazaba con vetarla. Al final optó por irse al lavabo en el momento de la votación, ese tipo de elegante requiebro, y así se pudo tomar la decisión unánime. Pero enseguida anunció su siguiente bloqueo contra la salvaguarda o reserva de 50.000 millones de euros en ayuda al país bombardeado por su amigo Putin. Es solo un intento de chantaje para conseguir que se le libere un dinero europeo reservado a Hungría, pero inmovilizado hasta que culmine algunas reformas democráticas. Hasta en los mejores días alguien tiene que desafinar con gallos… efímeros.