Xavier Vidal-Folch: "El desnortado líder del PP vive en el horror de que la verdadera lideresa le condene al ostracismo"

Barcelona

El PP forcejea con un grave dilema: entre destripar del Gobierno o reunirse con él. No es un debate teórico, ni filosófico, ni estratégico, ni intelectual. La vida de partido, y más de este, suele seguir un mandato más simplón: tacticismo y ruido. El jefe en la tarea de destripar es el jefe de la casa, Alberto Núñez Feijóo. Incluso cuando parece que apoya, intenta destruir. Lo ha hecho hoy, considerando “condenable” la declaración de su socio Abascal contra Pedro Sánchez, a quien formula un vaticinio, receta o deseo: que el público “querrá colgarlo de los pies”. Pero, atención, a renglón seguido de reconocer que esa intolerable declaración es “lamentable”, Feijóo ha explicado por qué su amigo ultra la formula: porque es “la estrategia diseñada por el Partido Socialista y el señor Sánchez”. No somos idiotas, señor Feijóo, al menos no lo son los oyentes de la SER. Saben que nadie haría unas declaraciones así, por cierto en un diario latinoamericano, con la intención suicida de normalizar la idea de ser colgado por los pies. Por cierto: ¿es esto un delito de odio o no? ¿Es algo más grave, una incitación? ¿Se ha enterado algún fiscal?

El desnortado líder del PP vive en el horror de que la verdadera lideresa le condene al ostracismo. Por eso compite a ultra con los ultras. Y se resiste a un encuentro con el presidente Sánchez. Mientras otros dirigentes conservadores piden reunirse con su Gobierno. Es el caso del consejero de Transportes madrileño, que lo hace de manera sorprendente, denunciando su presunta eliminación de las redes sociales por causa del ministro del ramo. O los 11 consejeros de Economía y Finanzas conservadores, que han acudido al Consejo de Política Fiscal y Financiera presidido por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Claro que solo para atacar a Cataluña y al PSOE. Pero al menos se reúnen y aparentan ganarse el sueldo.