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Cine y TV

La magia de Roald Dahl en libros y películas.

El estreno de Wonka, la película protagonizada por Timothée Chalament, basada en el personaje de Charlie y la fábrica de chocolate, es un ejemplo más de la extensa relación que el escritor galés tiene con el cine.

La relación de Roald Dahl con el cine es mucho más amplia que la mera adaptación de sus obras y relatos. Por ejemplo, en la película Qué he hecho yo para merecer esto de Pedro Almodóvar, Carmen Maura mataba a su marido dándole un golpe con un hueso de jamón. Después, hacía un caldo con él. Luego, cuando llegaba la policía, les ofrecía ese caldo como un tentempié. De esta forma la policía nunca encontraba el arma del crimen. La idea estaba inspirada en un episodio de la serie de televisión Alfred Hitchcock presenta titulado Cordero para cenar. El episodio lo dirigió en 1958 el propio Hitchcock y era su favorito de la serie, pero no era una historia original. Estaba basado en un relato de Roald Dahl, que además se encargó de cocinar con éxito el guion.

En algunas enciclopedias se suele despachar a Roald Dahl como un escritor para niños, pero lo cierto es que el escritor galés cultivó también otro tipo de relatos. Relatos para adultos que fue publicando en revistas y que luego agrupó en colecciones como Cuentos de lo inesperado. La serie Alfred Hitchcock presenta adaptó varios de ellos, como Veneno, La señora Bixby y el abrigo del coronel o El hombre del sur, en el que Peter Lorre y Steve McQueen hacían una curiosa apuesta sobre cuántas veces podían encender un mechero “zippo” sin que fallase. Roald Dahl también escribió varios guiones para el cine. Por ejemplo, el de la película bélica y de espionaje 36 horas, protagonizada por James Gardner o la adaptación al cine de dos historias de su amigo Ian Fleming, al que conoció cuando ambos trabajaban para el Servicio Secreto en Nueva York. El más sorprendente fue el guion de Solo se vive dos veces, una de las películas de Sean Connery como James Bond. El otro, el del musical infantil Chitty Chitty Bang Bang, mucho más cercano al estilo por el que Roald Dahl se hizo famoso: la literatura infantil.

Roald Dahl creía que los libros infantiles eran más difíciles de escribir que los de adultos. “Cuando eres suficientemente mayor y experimentado para convertirte en un escritor competente te vuelves pomposo, incapaz de abstraerte de tu mentalidad de adulto, has perdido toda tu capacidad para hacer bromas, para reírte de las tonterías. Y a no ser que seas un adulto sin desarrollar como yo y todavía tengas una enorme cantidad de infantilismo dentro de ti, no creo que puedas hacerlo”, decía. Fueran para niños o fueran para adultos, las narraciones de Roald Dahl tenían varias cosas en común: giros inesperados, un fino toque de incorrección y mucho sentido del humor negro. Danny De Vito dirigió y protagonizó en 1996 Matilda, una de las adaptaciones de sus novelas. “He tenido la oportunidad de ser bendecido por esta maravillosa novela de Roald Dahl, un escritor muy cercano a mi sensibilidad. Él y yo vemos el mundo de un modo cómico y oscuro”, aseguraba el actor.

Roald Dahl nació en Gales en 1916. Su padre era noruego y le puso Roald por el explorador Amundsen, un héroe nacional de Noruega. La infancia le sirvió al escritor como fuente de inspiración. Su padre murió cuando él era un niño y Roald se educó en severos colegios británicos, como los que aparecen en varios de sus cuentos. Cerca de su colegio estaba la fábrica de chocolates Cadbury y sus directivos utilizaban a los alumnos para que probaran sus nuevos productos y dieran su opinión. Y al igual que Charlie, Roald Dahl también ganó un concurso organizado por la fábrica, aunque en su caso no era pasar un día entero en ella sino que solo fueron varias cajas de chocolates. Cuando acabó los estudios Roald Dahl se fue a trabajar a África, empleado por la compañía Shell. Allí aprendió a pilotar aviones y cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se alistó en la RAF. En una de sus primeras misiones en Libia su avión sufrió un accidente. Dahl estuvo a punto de quedarse ciego y tuvo que pasar varios meses en el hospital. Aquel accidente se convertiría en el argumento del primer relato que publicó, cuando una revista le pidió que lo convirtiera en un cuento. Tras la guerra fue destinado a Estados Unidos como miembro del servicio secreto. Su primer libro infantil lo escribió a petición de Walt Disney que quería hacer una película. Se titulaba Los Gremlins y se basaba en una leyenda que circulaba entre los pilotos durante la guerra. Era la historia de unas extrañas criaturas responsables de averías inesperadas en los aeroplanos. Al final, la película no se hizo y años después, aunque fuera solo basándose en la idea de esas criaturas destructivas, daría pie al argumento y al título de la película que todos conocemos.

El libro le sirvió también a Roald Dahl para hacer importantes contactos. En Los Ángeles también hizo buenas amistades y conoció a muchas estrellas de cine y en se casó con la actriz Patricia Neal la protagonista de Ultimátum a la Tierra o El manantial. Con ella tuvo cinco hijos. Su pasión por las historias infantiles nació precisamente de la necesidad de inventar cada noche un cuento que contaba a sus hijos. Siendo ya adulta, una de sus hijas, Ofelia, escribió sobre su padre: “Todas las noches, cuando mis hermanos y yo estábamos en la cama, mi padre subía lentamente la escalera, con sus huesos crujiendo aún más que la madera, para contarnos una historia. Todavía lo puedo ver, apoyado en la pared de nuestro dormitorio, con las manos en los bolsillos y la mirada algo distante mientras buscaba en su imaginación”.

Los cuentos infantiles de Roald Dahl suelen tener a un niño o a una niña como protagonistas. Los villanos casi siempre son adultos y suelen ser relatos algo oscuros, con algunos pasajes de violencia. Muchas de sus historias han sido adaptadas al cine. La primera fue Charlie y la fábrica de chocolate que en 1971 fue llevada a las pantallas con el título de Un mundo de fantasía y Gene Wilder en el papel del excéntrico dueño de la fábrica. En 2005 Tim Burton hizo una nueva adaptación con Johnny Depp de protagonista. Según otra de sus hijas, Lucy, el personaje de Willy Wonka era el más parecido a su padre de todos sus héroes. “Creo que basó la mayoría de sus héroes adultos en partes de sí mismo. Partes que representaban sus sueños de gloria, partes de las cosas que más le gustaban de sí mismo”, explicaba.

En 2016 Steven Spielberg llevó al cine Mi amigo el gigante, otra adaptación de Roald Dahl que ya había conocido en los años 80 una versión en dibujos animados. Wes Anderson rodó en 2009, con la técnica de la animación stop-motion El fantástico Señor Fox. Y Henry Selick, también con stop-motion, mezclada con acción real, James y el melocotón gigante, estrenada en 1996. Y hay más. La rebelión de los cuentos o Danny, campeón del mundo, protagonizada por Jeremy Irons. Danny De Vito rodó en 1996 Matilda y el año pasado se estrenó una nueva versión musical de esta obra. Anjelica Huston daba vida a la terrorífica reina de las brujas en La maldición de las brujas de Nicolas Roeg y Robert Zemeckis estrenó otra versión de la misma historia en 2020. Por último, ahora mismo hay en Netflix una serie de cortometrajes para adultos basados en relatos cortos de Roald Dahl que ha dirigido Wes Anderson y están protagonizados por actores como Ben Kingsley, Benedict Cumberbatch o Ralph Fiennes, que interpreta al propio Roald Dahl. De todos ellos el más notable es un mediometraje de 40 minutos titulado La maravillosa historia de Henry Sugar.

A partir de los años 60 Roald Dahl volvió a instalarse en Inglaterra en un pueblecito cercano a Londres llamado Great Missenden donde hoy en día está su casa museo y puede verse también la cabaña donde escribía sus libros, siempre a mano, con lapicero y sentado en un sillón. Roald Dahl murió en 1990, a los 74 años, por una leucemia. Sus libros, sin embargo, siguen vivos y han vendido hasta la fecha más de 300 millones de ejemplares. Un hombre que imaginó mundos y personajes que han dado pie a películas, pero que sobre todo han conseguido algo más importante: han descubierto la lectura a muchos niños en una época en la que los libros encuentran cada vez mayores dificultades.

 
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