Tres préstamos, pluriempleo y hasta 72 horas sin agua: las cinco caras del cambio climático
El antes y después de este 2023 para un agricultor, un ganadero, y un afectado por la sequía, las borrascas y los incendios
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Tres préstamos, pluriempleo y hasta 72 horas sin agua: las cinco caras del cambio climático
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Madrid
2023 ha sido el año en el que España ha batido récords en los termómetros, con temperaturas que han rozado los 40 grados en pleno mes de abril. También ha sido el año en el que el campo se ha quedado sin alimento en el suelo para el ganado; y en el que parte de nuestro paisaje se ha quedado seco, como el de Cataluña - en estado de pre emergencia por la sequía -, o el de Andalucía, donde los cultivos se han visto reducidos a la mitad. Un 2023 en el que las cenizas y el humo han llegado a los bosques valencianos y extremeños fuera de temporada; y en el que el cemento madrileño se ha ahogado como consecuencia de la DANA. El cambio climático no es el culpable de estos fenómenos, pero sí el alimento para que las consecuencias cada año den pasos más grandes.
“He pasado de producir 300.000 kilos de aceite a sentirme afortunado por llegar a los 15.000”
El campo andaluz se ha quedado seco como consecuencia de la sequía, los agricultores no producen ni un 90 por ciento de lo que producían antes. Entre ellos Paco, que tiene 30 hectáreas en Jaén. Ha pasado de producir 300.000 kilos de aceite de media, a 40.000 el año pasado y sentirse afortunado por llegar a los 15.000 este año. No es ni un 8%. Tiene 48 años y nunca había visto algo así. “¿Tengo para un bienestar y para mantener a mi familia con lo que gano? La respuesta es no”, cuenta mientras va conduciendo un autobús, el trabajo alternativo que ha buscado para poder llegar a fin de mes.
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Pantano vacío en Córdoba en mayo de 2023 debido a la sequía. / Anadolu
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Pantano vacío en Córdoba en mayo de 2023 debido a la sequía. / Anadolu
Ha tenido que pedir un préstamo porque, ni obtiene beneficio de su cosecha, ni puede apenas cubrir los gastos. Explica que la bajada de la producción de aceite se debe a la sequía, pero también a las altas temperaturas: “No ha habido una separación de las estaciones. En abril ya hacía 30 grados, y en mayo llegamos a los 40. En cuanto se abría la flor del olivo, se quemaba”.
“Si sigo así, llevo a mi ganado al matadero. Como mucho puedo durar dos años más”
La sequía no solo ha afectado al sector de la agricultura, también al de la ganadería, dejando el campo sin pastos para los animales. Diego, ganadero en Guadalaviar (Teruel), ya ha tenido que pedir tres préstamos para comprar pienso y poder alimentar a sus 800 ovejas. “Cuando estás en una zona tan pobre como esta en la que hace tanto frío, esperas que en primavera se recupere la situación. Sin embargo, lo que ha venido este año ha sido más hielo y más sequedad. Esa ha sido la más rotunda de las desgracias”, cuenta este ganadero que, como hobby, es escritor de versos en rima asonante.
Diego vive sin lujos, sin vacaciones y sin viajes. Solo se dedica a trabajar, pero, tal y como están las cosas, el pensamiento de dejarlo cada día ocupa más hueco: “Muchas veces me planteo llevarlas al matadero y dedicarme a otra cosa. Como mucho puedo durar así dos años. Ahora mismo lo único en lo que pienso es en ganar dinero para poder pagar lo que debo”.
Los embalses de Cataluña están en mínimos históricos: rozan el 18 por ciento
Sin embargo, más allá de estos dos sectores víctimas de la sequía, la comunidad autónoma más afectada es Cataluña, con los pantanos en mínimos históricos — alrededor del 18 por ciento — y en estado de preemergencia en pleno invierno. Una época en la que no es normal tener restricciones por agua en ningún punto de España.
Cabrera d’Anoia es la conocida como “Zona cero”. Un pueblo de 1.700 habitantes donde ahora mismo solo tienen once horas de abastecimiento de agua al día, de 09.00 a 21.00. En verano, llegaron a tener cinco horas y, de hecho, tras las fiestas de San Joan, por la cantidad de gente que fueron a sus segundas residencias, muchos vecinos se quedaron durante tres días sin una gota de agua. “Hemos pasado de ser ricos en recursos a esto. Es totalmente incongruente”, sentencia el alcalde, Joan Manel Díaz. Además, cuenta que hay personas que “se tienen que duchar con agua fría en pleno diciembre porque, al no haber prácticamente agua, no hay presión en los grifos”. Cabrera d’Anoia tiene un millón de euros de presupuesto que ha ido destinado a comprar cubas, con lo que se han quedado sin dinero para pagar, por ejemplo, la luz del pueblo.
Más de 7.000 hectáreas calcinadas en la Comunidad Valenciana
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Los dos grandes incendios declarados este año en la Comunidad Valenciana no han sido provocados por el cambio climático, pero sí es la causa que ha provocado que su fuego se extendiera con tanta fuerza. Además, el hecho de que haya incendios fuera de temporada ya no es una excepción puntual. Este 2023, solo en esa comunidad, ha habido dos grandes fuegos. En marzo, las llamas calcinaron cerca de 5.000 hectáreas en Villanueva del Viver (Castellón), y en noviembre, el incendio de Montitxelvo (Valencia) acabó hace unas semanas con 2.500 hectáreas.
En el caso del segundo, las llamas acabaron con los cultivos de frutas ecológicas y tropicales de Jose, vecino del pueblo de Ador, a 4 kilómetros del foco. “A mí me cogió de lleno. Trabajé de sol a sol durante una semana para intentar recuperar el terreno. El campo se quedó seco porque no había ningún tipo de humedad”, cuenta.
Explica que no fue consciente hasta que los vecinos le empezaron a dar el pésame en el mercadillo que hacen cada domingo: “Aún puedo vender algunas frutas, pero voy a tardar cerca de dos años en recuperar el terreno y volver a plantar”.
“Sigue habiendo coches en el arroyo del pueblo”
Sin embargo, no solo el fuego ha causado estragos naturales, también la DANA, que, en septiembre, inundó localidades enteras de Castilla la Mancha y la Comunidad de Madrid. Las lluvias torrenciales acabaron con la vida de 3 personas y, además, dejaron decenas de heridos.
Aldea del fresno (Madrid), de donde es Sonia, fue uno de los pueblos más perjudicados. Los primeros días, si había una accidente, tenía que ir un helicóptero porque las ambulancias no podían circular. Tampoco podían desplazarse para ir a trabajar porque las carreteras estaban ahogadas en agua, “y alguien que antes hacía siete kilómetros en coche, tenía que hacer 95 kilómetros”. Esta vecina explica que “siguen teniendo puentes provisionales porque los que había se derrumbaron”. El arroyo aún no se ha limpiado y hay “hasta coches hundidos”. Cada vez que llueve con fuerza, tienen miedo “porque saben lo que puede volver pasar”.
El cambio climático lleva décadas en nuestras vidas, sin embargo, este 2023 ha pasado de ser una advertencia a ser la realidad que muchas personas han vivido y visto con sus propios ojos. Afectados como Paco, Diego, Jose, Sonia y los 1.700 habitantes del pueblo de Cabrera d’Anoia.
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Pilar Díaz de Aguilar
Graduada en Derecho y Periodismo por la Universidad CEU San Pablo. Máster en la Escuela de El País....