Andrés Rábago, 'El Roto': "Todos hablamos en exceso, devaluando la palabra"

Cuando el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez trabajaba en su novela "Las reputaciones", (Alfaguara, Octubre de 2013), un relato basado en la vida y obra de un caricaturista de su país, no dudó en buscar a Andrés Rábago, "El Roto" para pedirle que le contase cómo trabajaba y empaparse así de las rutinas de uno de los mejores dibujantes satíricos de España. Porque así es como Andrés Rábago se define y no como humorista, algo en lo que Vásquez le da la razón porque le considera en realidad un "dibujante filósofo" y que a diferencia de los humoristas "él no arranca carcajadas sino que provoca la sonrisa del reconocimiento, algo que es más valioso".

Así que Andrés Rábago es dibujante satírico, "La sátira es un elemento ligero, pero que tiene cierta forma de pensamiento y que se acerca también bastante a lo que pretenden ser los aforismos"; un dibujante filósofo, quizás el mejor, o como subraya también otro escritor, Antonio Muñoz Molina, "Un francotirador que dispara cada mañana un sólo tiro que siempre da en la diana", pero también es el pintor, el que se acerca a un cuadro en blanco cuando se aleja de "El Roto", el "hacedor de viñetas". "Yo creo que Andrés Rábago y El Roto se llevan bien. Se retroalimentan, yo les reparto el trabajo: lo que va para uno y lo que va para el otro", aclara el artista, aunque a la claridad con la que es percibido tan elogiosamente él pone tierra de por medio: "En realidad nunca sabemos bien quiénes somos. Yo, de hecho, empleo la vida en saber quién soy".

"Las viñetas surgen de la necesidad de saber que hay detrás de la gente. Por ejemplo, detrás de la tecnología, de los medios tecnológicos, puede haber finalmente la explotación de una persona", señala Rábago al explicar la viñeta que hoy lleva a las páginas de opinión del diario "El País".

Y de ese trabajo, de esas rutinas de pintor y dibujante, da muchas pistas la publicación de su libro de aforismos, "Parpadeos" (Editorial Taurus), en el que se explica y resume en más de 700 sentencias. ´En esta obra, que en su opinión "no ha sido escrita para ser leída de de manera lineal ni tampoco de golpe, sino para ir cogiéndolo y leyéndolo a ratos, como un caramelo que llevarse a la boca" reflexiona, por ejemplo, sobre los artistas que hablan todo el tiempo para no decir nada. "Todos hablamos en exceso, devaluando el poder de las palabras".

Sobre el poder de la libertad de expresión, el de los críticos y su influencia en el arte. De su trabajo pausado, que pretende buscar una obra intensa, pero que huya h del ruido, porque "La vida es un ejercicio de meditación. A mí no me llega mucho ruido porque tengo cerrados casi todos los canales. Oigo un poco la radio, no veo la televisión, leo bastante la prensa, la mayoría de la ideas surgen de la lectura... De modo que se trata de dosificar la llegada de la información todo el tiempo".

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