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Paco Roca y Rodrigo Terrasa firman el cómic más emotivo sobre las fosas y la memoria histórica

El dibujante y el periodista publican El abismo del olvido, un fantástico relato sobre exhumaciones, dignidad y memoria con el personaje de Pepica Celda como gran heroína

El ilustrador Paco Roca posa en su estudio con motivo de la publicación de "El abismo del olvido", el nuevo cómic creado junto al periodista Rodrigo Terrasa que ahonda en la memoria histórica / Kai Försterling (EFE)

El ilustrador Paco Roca posa en su estudio con motivo de la publicación de "El abismo del olvido", el nuevo cómic creado junto al periodista Rodrigo Terrasa que ahonda en la memoria histórica

Durante mucho tiempo hubo miedo a hablar de la guerra. Tenía sentido, el franquismo seguía fusilando, firmando sentencias de muerte y jodiendo a la mitad de los españoles por sus ideas o su procedencia. Murió el dictador, pero el miedo siguió ahí, a que no se avanzara, a que no llegara la democracia. El miedo de la transición se convirtió en silencio. "En la Transición el miedo se cambió por el silencio". La frase es de Paco Roca y la secunda Rodrigo Terrasa. El primero es uno de los dibujantes más importantes de nuestro país. El segundo un destacado periodista de El Mundo. Juntos han firmado uno de los cómics más importantes, bellos y emocionantes del año, El abismo del olvido, que edita Astiberri.

Un viaje a los años 40, recién acabada la posguerra y en pleno apogeo de los fusilamientos masivos del régimen franquista, porque la contienda fue una escusa para recuperar el país y aniquilar, como dice el historiador británico Paul Preston refiriéndose al holocausto español, a la mitad de los españoles. Así arranca el cómic, con un fusilamiento, el de un grupo de hombres republicanos que fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de Paterna, en Valencia, uno de los lugares donde más cadáveres sin localizar existen.

Paco Roca y Rodrigo Terrasa firman el cómic más emotivo sobre las fosas y la memoria histórica

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La historia nos lleva del pasado al presente, como si todos los tiempos fueran el mismo, porque no cerrar las heridas es lo que tiene, que no deja que salgamos adelante, que curemos del todo la enfermedad del país. "Lo normal es reflexionar sobre el pasado, la rareza la tenemos en España, que no queremos recordar", cuentan los autores. "También es necesario dar voz a toda esa gente que durante 40 años no pudo hablar y en cuanto pudieron hablar les dimos la espalda porque era necesario olvidar. Yo creo que que estamos perdiendo una parte de nuestra historia, ocultando o enterrando la memoria de una de una parte tan importante de la sociedad española". Y eso han hecho.

Fue en 2013 cuando arrancó el proceso. Fue Rodrigo Terrasa quien publicó un artículo en El Mundo contando la historia de una señora mayor de Paterna, Pepica Celda, que a sus 80 años, ahora ya tiene 91, consiguió la última subvención del gobierno de Zapatero para exhumar una fosa en el cementerio de esa ciudad, donde hay más de 2000 víctimas de la dictadura, de la guerra y de la represión enterradas en fosas comunes. "Ella estaba convencida de saber dónde se encontraba el cadáver de su padre, pero nadie le hacía caso. Se peleó con todo un laberinto burocrático y, finalmente, consiguió sacar adelante el proyecto, incluso enfrentándose con familias de otras víctimas", explica Terrasa, que siguió de cerca aquella exhumación, donde además de encontrar a su padre, se encontraron unas doce botellitas de cristal con papeles dentro. La mayoría de esos papeles se habían deshecho, pero en algunas estaba el nombre de la víctima. "En aquel momento conté la historia de una manera superficial y quería seguir profundizando".

Fue ahí cuando apareció un personaje secundario, Leoncio Badía Navarro, el enterrador. Un republicano, que se salvó de la pena de muerte y se quedó trabajando en el cementerio. "Si quieres trabajo, entierra a los tuyos", cuenta el cómico lo que le dijeron los guardias franquistas al salir de prisión. Y así fue. Para Terrasa, la fugura del enterrador era todo un misterio y fue ahí como logró convencer a Paco Roca para empezar con el libro. El dibujante explica que llevan pensando en este relato mucho tiempo, pero que no ha sido fácil. "Hacer un cómic siempre es un proceso muy largo. A mí siempre me ha interesado el tema de la memoria", asegura el dibujante valenciano que trató la Guerra Civil en Los surcos del azar y el franquismo en Regreso al Edén. "Es un tema que sigue interesando pues cada vez que hay cambio de gobierno se utiliza políticamente", dice en referencia a cómo Mariano Rajoy eliminó orgulloso las subvenciones para abrir las fosas comunes en cuanto pisó La Moncloa.

Imagen de El abismo del olvido 2

Imagen de El abismo del olvido 2 / CEDID

Imagen de El abismo del olvido 2

Imagen de El abismo del olvido 2 / CEDID

La politización sobre el relato del pasado continúa hoy, por eso en esta historia los autores se centran en la parte humana, porque es más fácil de lograr la empatía. "Es difícil negar a alguien el enterrar a sus muertos de manera digna", insisten. "Cuando te abstraes de todo el discurso político y te sientas delante de una señora de 80 años, que lo único que quiere es recuperar los huesos de su padre para enterrarlos con los de su madre y llevarle flores ves que no hay rencor", dice Terrasa que estuvo muy en contacto con las mujeres silenciosas pero valientes, que han conseguido abrir esa fosa. Mujeres que han vivido toda su vida para cumplir el deseo de sus madres, para cumplir una promesa, sacar los restos de los padres de esa fosa.

"Hay varios niveles de lectura, intentar reflexionar sobre el ser humano, sobre el enterramiento y la despedida de un familiar, de un ser querido. Es algo que se les denegó a esas familias de los fusilados durante la represión. No tuvieron ni un entierro digno. No hubo duelo público. Tuvieron que callarse y silenciar el dolor". Esa es una de las ideas de este relato, que añade la historia de Patroclo y Aquiles.

Además, están los datos y el rigor histórico, la parte periodística, la parte humana y emotiva y la parte de la ficción. "Había que ser exhaustivo en la recreación de unos hechos a partir de testimonios de historiadores, pero por otro lado está la parte más humana, que es lo que interesa en una obra de ficción, que los personajes funciones, que sientas lo que sufrieron y que te emocionen. Es una especie de equilibrio. Además, este cómic saldrá en muchos países y teníamos presente que había que explicar las cosas a los lectores de otros lugares". La parte histórica ha sido la más difícil, ya que no hay datos de cuánta gente queda por localizar, ni cuánta gente murió en la represión franquista, ni cuantos murieron del bando republicano. "Salvando todas las distancias, al final nuestro trabajo ha sido un poco como el de los arqueólogos".

En El abismo del olvido hay un homenaje también a esos voluntarios y trabajadores que, sin ayudas, sin respaldo institucional, han conseguido documentar, fotografiar, entregar los cadáver, desentrañar los misterios de una historia cruenta. Han abierto las cunetas, pero otras muchas siguen cerradas. Y otras ni siquiera sospechamos donde están, porque hay cunetas que pueden estar debajo de una autopista, de un Ikea o de McDonalds. "Hay una viñeta que para mí es una de las más impactantes de las que dibuja Paco, que es esto que te hace ver como España se ha desarrollado sobre un olvido absoluto y sobre un desprecio a muchas de las cosas que estaban ocultas bajo tierra", cuenta Terrasa.

Imagen de El abismo del olvido 2

Imagen de El abismo del olvido 2 / cEDIDA

Imagen de El abismo del olvido 2

Imagen de El abismo del olvido 2 / cEDIDA

Algo que perjudica a todos como país, no solo a una parte. "No me gusta ver la guerra como que hubo vencedores. En realidad todos fueron víctimas directas de la guerra y la represión. Los vencidos fueron una pequeña élite de la sociedad española", dice Paco Roca. Los dos autores han firmado un libro valiente que pone los pelos de punta y que nos conecta con el otro. "Es un libro contra los complejos de este país, que es algo que explica muchas cosas de las que estamos viviendo ahora mismo. España es un país tan polarizado ahora por las heridas que no se erraron. Cierta élite cree que ganó la guerra para esto. Muchas anomalías democráticas de ahora vienen de no haber cerrado las heridas ni la memoria".

Hasta ahora, en contra de esa fake news difundida por algunos, de que solo se hace cine o literatura de la guerra civil, algo completamente falso, solo hay que ver las cifras de películas e historias, se ha hablado poco de las fosas y su recuperación. Pedro Almodóvar contó la historia de una nieta, Penélope Cruz, que quiere recuperar los restos de su abuelo en Madres paralelas, y ahora Patricia Font lo ha contado en El maestro que conoció el mar. Precisamente una historia de cómo, por casualidad, un gesto, una frase consigue recuperar del olvido a alguien, en este caso al maestro republicano Antoni Benaigues.

"Tengo la sensación de que de las fosas era un gran asunto pendiente. Apenas se han hecho películas y no se ha escrito prácticamente nada. Y hay historias alucinantes, como la mujer que fue enterrada con un sonajero, o una corresponsal de guerra que apareció en una fosa. Hay mil historias que se han silenciado y que en otro país estarían en el cine. Yo sólo pensaba en esta historia en manos de Hollywood". Ojalá.

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Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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