Una prueba de la resistencia de la democracia y de la robustez de la Constitución

Madrid

Este viernes Pedro Sánchez promete el cargo como presidente del Gobierno. El camino hasta ahí habrá sido tan largo como sorprendente y reafirma no ya la leyenda sino la realidad de la capacidad de resistencia y superación de Sánchez. Pocas mayorías absolutas se dan en el Parlamento si son necesarias sumas de fuerzas diferentes, y él no solo lo consiguió sino que lo hizo con un Parlamento más fragmentado que nunca. Así que su éxito es inapelable y es la demostración de que la democracia funciona, lo de ayer en el Congreso es la prueba de la resistencia de nuestra democracia y de la robustez de una Constitución que la protege.

Nada que decir, nadie debería tener nada que decir, más allá del malestar obvio cuando no se gana. A Pedro Sánchez le respaldan 179 votos y este es el fin del debate. Otra cosa es que este apoyo tan brillante numéricamente luego tenga su letra pequeña, en forma de dificultades para que las mismas alianzas que este jueves le dieron la presidencia a Sánchez, le apoyen también tantas veces como necesite sacar adelante cualquier iniciativa.

Damos por asumida la retórica grandilocuente por parte de algunos de los socios, las amenazas de ruptura en cualquier momento, y las palabras que nos van a volver a trasladar al inicio de todo, pero como decíamos este jueves, a partir de ahora lo que cuentan son los hechos, lo tangible, así que deberíamos situar ya la discusión en otro plano.

Y también es verdad que el nuevo gobierno, que esperamos conocer en breve, puede ponérselo difícil a los que pretendan complicar la legislatura. Y lo puede hacer cumpliendo la agenda progresista que ya puso sobre la mesa el presidente en su discurso de investidura. Una agenda con una sólida base socialdemócrata, con medidas concretas para favorecer a los que más lo necesitan y con una expresa voluntad de luchar por reducir las desigualdades. Pero eso hay que cumplirlo, día a día, medida a medida, ley a ley. Se lo puede poner difícil a los que especulen cuando tengan que elegir la retórica del pasado o las medidas para mejorar el futuro.

Y dos cuestiones pendientes para el nuevo gobierno, la explicación clara y transparente del cambio de opinión sobre la amnistía, acompañada de la presentación del proyecto para Cataluña y el proyecto territorial para toda España, y un mejor entendimiento también con aquellos que ayer no le votaron, porque para que todo salga bien es también imprescindible una oposición fuerte y con voluntad institucional. Aunque para esto último, especialmente, es imprescindible el concurso de las dos partes.

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