No va a ser fácil la legislatura

Madrid

Estamos ya en el Congreso de los Diputados, donde se reanuda el pleno para la investidura de Pedro Sánchez. Será la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, quien lo retome y después, el resto de grupos que todavía no han intervenido, hasta llegar a la votación de la que Pedro Sánchez saldrá investido como presidente por mayoría absoluta, salvo sorpresa mayúscula.

Porque después de la jornada de este miércoles, con alguna escenificación de malestar por parte de algunos socios de investidura incluida, no parece que corran peligro los votos que Sánchez tiene asegurados. Y es que ayer era el día de escuchar al candidato, por fin, defender la ley de amnistía. Y lo hizo, obviando el porqué de su cambio de opinión, estableciendo dos marcos: la Constitución y la alternativa, un gobierno de la derecha y la ultraderecha. En eso basó buena parte de su discurso en dejar claro qué es lo que hay en frente. Y si a alguien le pudo parecer que ese argumento fomentaba la polarización, ya por la tarde Abascal le dio toda la razón.

De nada sirvió que Feijóo, que por primera vez reconoció la legitimidad de los resultados electorales, intentara ignorar la influencia de la ultraderecha en su formación o que incluso calificara de insulto la enumeración de recortes sociales en las comunidades donde PP y Vox gobiernan juntos. No sirvió de nada porque ya apareció Abascal para echarle una mano, entiendan la ironía. Un inaceptable discurso del líder de la ultraderecha cuya guinda fue el aprieto en el que puso a Feijóo. Le exigió que paralizase en el Senado la ley de amnistía, si quiere mantener los acuerdos que tienen, y anunció que llevará al Senado también la ilegalización de Junts y de Esquerra para que el PP tenga que votar. Feijóo ni pestañeó.

Tiene la oportunidad todavía el presidente del PP, primero de condenar las palabras sobre el golpe de Estado y Hitler que Abascal pronunció contra Sánchez, y después tiene la oportunidad de distanciarse de las amenazas del líder de la ultraderecha. Pero no lo tiene fácil, Feijóo es rehén de sus propias decisiones. Sus alianzas con la ultraderecha le condicionan en todas y cada una de sus decisiones, y ese es su verdadero problema.

Capítulo aparte, la insoportable mala educación de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que desde la tribuna profirió un clarísimo "hijo de puta" contra Pedro Sánchez, sin que todavía, a esta hora, nadie en su partido la haya censurado.

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No va a ser fácil la legislatura. También los independentistas se van a encargar de ello, como advirtieron, pero a ver si empieza a rodar y todo empieza a ser mucho menos dramático de como lo describen algunos.