Por tierra, mar y aire

Barcelona

José María Aznar ordenó: "El que pueda hacer, que haga". Contra la amnistía, claro, y contra la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Desde entonces vivimos una especie de guerra preventiva, como la de Irak. Por tierra, mar y aire, aunque de momento sin armas. Guerra informativa inspirada en las de Donald Trump, guerra de algunos sectores de poderes del estado, guerra callejera encabezada por núcleos falangistas, con violencia por el momento de baja intensidad.

Y también guerra institucional y jurídica. La institucional está protagonizada por el PP y Vox. Acaban de modificar el reglamento del Senado para entorpecer y alargar los plazos para la aprobación de la ley de amnistía. Es una fórmula torticera, de sesgo fraudulento, de esas que se conocen como "filibusterismo parlamentario". Una de sus expresiones más conocidas consistía en que un parlamentario hablase hora y horas, y hasta días, para impedir que lo hicieran sus rivales, y abortar así una ley que debía llegar en plazo útil. Pero lo de ahora es más macilento: cambiar el reglamento nada más empezar el partido.

La, digamos, jurídica va a cargo de Vox. Ha interpuesto una querella criminal contra el presidente del Gobierno, contra Carles Puigdemont y los partidos PSOE y Junts, por supuesta "colaboración con el terrorismo" y otras conductas terribles que se habrían plasmado en esa proposición de ley. Y ha pedido que se suspenda la sesión de investidura presidencial de mañana. Lo ha hecho ante el Tribunal Supremo. La querella es del todo estrambótica, no tiene precedentes. La suspensión de la investidura carece de recorrido, porque el único competente para paralizar un acto parlamentario es el Tribunal Constitucional.

De pasada amenazan al Rey, si refrenda la norma cuando se apruebe. Es una variante de intentos como los de Trump que a punto estuvieron de acabar con el Capitolio. Un intento, por cierto, muy republicano, versión ultra, ya sabemos que el jefe de la campaña, Aznar, no solo no votó la Constitución monárquica, sino que procuró boicotear la presencia pública del anterior jefe del Estado. ¡Cuánto les ofende no mandar siempre, y en todo!