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Desde casa hasta las pantallas: así es como ha evolucionado la violencia sexual a través de las redes sociales

La aparición de la Inteligencia Artificial ha desarrollado nuevos peligros, entre ellos el 'sexpreading' y el 'deepfake', “la utilización de material difundido y publicado donde las mujeres no hayan prestado su imagen para crear vídeos y simulaciones de cuerpos sexualizados”

Desde casa hasta las pantallas, así es como ha evolucionado la violencia sexual a través de las redes sociales. / ljubaphoto

Desde casa hasta las pantallas, así es como ha evolucionado la violencia sexual a través de las redes sociales.

Madrid

La chica de la discoteca 'Waka', la empleada de 'Iveco', las niñas de Almendralejo, las alumnas de la clase de Magisterio de la universidad de La Rioja o la joven relacionada con los canteranos del Real Madrid no son casos aislados, sino que son parte de un fenómeno que se ha ido haciendo cada vez más grande gracias a la “normalización” que se asume al hablar de lo que realmente es: violencia sexual digital.

Según el último estudio publicado por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), 5.134 mujeres en España han recibido amenazas a través de las redes sociales, 1.069 han sido coaccionadas y 1.245 han sido expuestas a la relevación de sus datos.

Los números no paran de crecer y como explica la socióloga y coordinadora de la 'Fundación Nosotras', Beatriz Bonete, la causa principal se encuentra en una “grave normalización” del ataque hacia la mujer, simplemente por el hecho de ser mujer en el entorno digital. Ana Román, una de las responsables de la 'Fundación ANAR', la organización encargada de ayudar a los menores en riesgo, también se preocupa por el “poco conocimiento” que se puede llegar a tener del uso de las redes sociales. “Ya no es solo la difusión de imágenes, un mensaje ya cuenta como violencia de género digital”, opina Román.

Una mujer puede llegar a ser víctima de violencia de género en la red “sin ser consciente”, añade Bonete. “Ocurre una cosa con el concepto de violencia de género digital que es que, como no ocurre en el espacio físico, parece que no es una agresión” y las consecuencias a nivel psicológico acaban siendo las mismas que si se sufre una agresión.

La violencia de género "nunca viene acompañada", puede derivar en trastornos psicológicos

Una víctima de ciberviolencia de género desarrolla los mismos síndromes postraumáticos que una de violencia de género en un “cara a cara”. Román habla de la evolución del concepto de este tipo de agresiones. “La violencia hacia la mujer en el ámbito digital es sólo una parte, la violencia de género siempre viene acompañada”, subraya.

Como detalla el informe, el 54% de mujeres que han sufrido algún tipo de acoso a través de las redes sociales han experimentado ataques de pánico, ansiedad o estrés. Pero otro dato preocupante es cómo una agresión pone en riesgo la salud de las víctimas de las más jóvenes.

Según el informe, el 42% de las víctimas de entre 12 y 16 años muestran un índice de baja autoestima y pérdida de confianza, factores que pueden derivar en trastornos alimenticios. “Lo ideal es que las chicas crecieran a gusto con sus cuerpos, sin tener que ponerse filtros ni complacer a otro para sentirse bien con ellas mismas”, añade Bonete, “pero es muy difícil de conseguir mientras las chicas sigan siendo bombardeadas a comentarios e imágenes de mujeres con cuerpos ‘perfectos’ y sexualizados, eso también es violencia digital”.

Una nueva forma de violencia sexual impulsada por las Inteligencias Artificiales

Las redes sociales pueden ser un espacio de interacción muy bonito, pero a veces también bastante nocivo. Los jóvenes están creciendo en un lugar “tóxico” y las mujeres son víctimas de continuas agresiones contra su honor e intimidad de diversas formas, cada vez más inimaginables. El Consejo de Europa califica como violencia digital el ciberacoso o las amenazas, pero el Instituto Europeo de la Igualdad de Género (European Institute for Gender Equality) ha ido más allá y ha incluido como ciberviolencia al ciberhostigamiento y a la pornografía no consentida.

Además de los casos más mediáticos como los relacionados con la difusión de imágenes, Bonete advierte sobre el lado oculto de las Inteligencias Artificiales y los nuevos términos de sexpreading y deepfake. “La utilización de material difundido y publicado para la red donde las mujeres no hayan prestado su imagen” en el momento de crear vídeos y “simulaciones de cuerpos sexualizados”, es calificado también como “violencia de género”.

Las Inteligencias Artificiales son “relativamente nuevas y las estamos conociendo de una forma masiva ahora”, señala Román. Se ha comenzado a tener conciencia de su peligro a través de “la sexualización de la imagen de personas famosas”, expone Bonete. Taylor Swift, Laura Escanes o Rosalía fueron víctimas del sexpreading o deepfake cuando su imagen fue utilizada para hacer y publicar contenido sexual sin su consentimiento y no tardaron en criticar y defender los derechos de la mujer a través de sus redes sociales.

Ante la situación de alarma que existe por este tipo de violencia sexual hay que adoptar medidas de prevención sobre el contenido digital al que acceden niños con edades tempranas, ya que “la educación sexual” que creen conocer la han aprendido a través del porno, “donde encuentras agresiones y violaciones”, según explica Bonete. Esos comportamientos que interioriza un niño o un adolescente son un “factor principal” del porqué han aumentado de forma masiva los casos de violencia sexual digital.

Una ley a medio hacer

Considerar el deepfake y sexpreading como una nueva forma de violencia sexual supone un reto ético para una sociedad donde cada día es más difícil distinguir entre lo que es mentira y lo que es verdad. Además, también se trata de un desafío en el ámbito penal, ya que no existe ningún tipo de ley concreta para recoger estos delitos.

Una agresión sexual en el ámbito digital se puede relacionar con un delito de suplantación de la identidad, de divulgación no consentida de imágenes sexuales o en casos muy concretos puede derivar a delitos de injurias, de propiedad intelectual, de coacción o el de obstrucción a la justicia. Pero no hay que olvidar que son agresiones directas a la mujer y “se deben aplicar todo tipo de sentencias relativas a la violencia de género”, concluye Román.

La difusión de material de contenido sexual sin consentimiento se suma ahora lo que ha calificado el Instituto Europeo de Igualdad de género como “una nueva forma de violencia machista emergente y cada vez más común”. Ya no hace falta ver a la víctima, basta con coger su foto para crear una simulación real.

En España, el marco legal que se ocupa de regular los delitos de violencia de género digital es la Ley Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Pese a lo “rápido que evoluciona la tecnología” aún no se ha creado ninguna ley específica que regule y “marque los límites a los delitos cometidos con Inteligencias Artificiales”, opina Román, que sabe que “aunque tarde, esta ley acabará llegando”.

Con la Ley del solo sí es sí “se podría haber dado prioridad a este tipo de conductas que avanzan rápidamente”, concluye Bonete. Hay que innovar en nuevas formas de poner barreras a las Inteligencias Artificiales, pero para ello es necesario también cambiar el concepto que se tiene de libertad, honor y dignidad en un nuevo contexto social que está surgiendo de la evolución de la tecnología y la virtualidad.

 
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