Juan José Millás participa en un grupo de nuevas masculinidades

Madrid

Yo soy el hombre blandengue, nunca tuve un referente, busco ser mejor de lo que soy… Son algunas de las frases que escuchamos durante la hora y media que dura una sesión en la que se han citado diez hombres, once con Juanjo. De edades entre 35 y 60 años, la mayoría con título universitario y con discursos y argumentos claros y bien trabajados. Reconocen el tipo de hombre que fueron en algún momento y el proceso de cambio al que están sometiendo su masculinidad.

Se practica desde antes de que una serie de televisión los parodiase. No son “Machirulos en decostrucción”, son “Masculinidades Beta” en colaboración con AHIGE (Asociación de Hombres por La Igualdad de Género) y llevan años reuniéndose para contar lo que en su grupo de amigos no se atreven porque con ellos hablan de otras cosas “más de cachondeo”.

Así que allí están, en un local en pleno centro de Madrid, sentados en círculo. Miguel Lázaro, vicepresidente de Masculinidades Beta, comienza recordando, en honor a la primera vez de Juanjo, que esto no es un debate, que se respeta el turno de cada uno, que se trata de contar lo que yo siento y no lo que yo pienso, que no se juzga y, muy importante, que se respetan los silencios. Juanjo y yo nos miramos con cara de susto. ¡Con lo que nos cuestan los silencios en la radio!

Ampliar

Empieza la sesión y cada uno va poniendo sobre la mesa los temas que le preocupan: la paternidad, la educación de sus hijos, ¿lo estarán haciendo bien?, lo que significa “feminizar” sus roles, cuidar… Todos están allí voluntariamente aunque, reconocen, un poco empujados por la pareja, o una compañera de trabajo, o una amiga. Aparece el sentimiento de culpa y la sorpresa por cómo a veces les cuesta dominar el tono duro y de imponer la voluntad que se les presupone a los hombres de toda la vida. La nueva manera de relacionarse con el amor y con los amigos con los que cada vez sienten que tienen menos en común. Sobre todo cuando el día de tu boda te recuerdan que en algún momento te pusiste un sujetador en la cabeza.