Un parto deshumanizado: "Grité que la echo, pensando que me iban a decir 'empuja' y en ese momento me cortan la tripa. Lo noté todo"

La media de cesáreas en España es de un 25 por ciento en el sistema público y de un 35 en centros privados, según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia

Un parto deshumanizado: "Grité que la echo, pensando que me van a decir empuja y en ese mismo momento me cortan la tripa. Lo noté todo"

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Almudena Lopesino ALopesino

Cadena SER11/11/2023 - 14:02 UTC

Madrid

Tamara se puso de parto siendo COVID positivo. Le dolía tanto que solo pensaba en eso, en el dolor. Ella es enfermera, trabaja en un hospital de Cantabria -antes en urgencias, ahora en consultas-. Llegó al centro dilatado de 10 centímetros, con muchas contracciones. Después de la primera observación decidieron meterla en el quirófano. "Dije en múltiples ocasiones que no quería una cesárea. Desde que en el box hasta que me llevaron al quirófano, tuve contracciones y repetí muchísimas veces, no me hagáis la cesárea porque voy a empujar y echar ya a mi hija", nos cuenta Tamara.

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Asegura que no le hicieron caso. "Me tumbaron, me pusieron el paño azul. Y yo solo decía no, por favor, que voy a parir ya. Me preguntaron si tenía ganas de empujar, les dije que sí, que la echo, pensando que me iban a decir empuja. En ese momento, noto como me cortan en la parte baja de la tripa, lo noté todo porque no había dado tiempo a que hiciera efecto la analgesia que me pusieron, que ni siquiera era la epidural". La hija de Tamara nació en 2020, en plena pandemia.

Tanto ella como su marido eran positivos en COVID en el momento del parto. Era su tercer hijo. Días antes acudió al hospital porque tenía febrícula y preguntó por el protocolo. Le dijeron que, si se ponía de parto siendo COVID positivo, pariría en una habitación aislada, pero no fue así. Después de la cesárea, mientras la subían a su habitación, se enteró de que tenía desgarrado el útero.

"Había un protocolo que consistía en que toda mujer que se pusiera de parto siendo positivo en COVID se le haría cesárea. Lo mío fue algo forzoso. Mi caso fue el último, porque fue una metedura de pata y a partir de ahí ya no se produjo un caso similar". Lo ha denunciado judicialmente. "Han estimado que hay una cesárea forzosa, pero que los daños físicos y psicológicos son consecuencia del parto. Hemos recurrido y estamos esperando a que se resuelva", afirma Tamara.

Yulia tiene un trastorno de conducta alimentaria. Durante todo el embarazo asegura que sufrió violencia obstétrica porque tiene sobrepeso y en el periodo de gestación se agudizó el problema. "Cuando faltaban tres meses para que diera a luz empecé a hincharme mucho. Fui al hospital y me dijeron que estaba todo bien, y en la semana 35 volví y vieron que tenía preeclampsia muy grave. Intentaron inducirme el parto, pero no pudieron".

La inducción al parto de Yulia fue algo muy complicado. "Me quisieron introducir una especie de tampón por la vagina, pero al estar tan hinchada fue imposible". Gritaba de dolor porque me estaban haciendo daño. Una de las enfermeras me dijo que si no me podían meter esa especie de tampón no iba a dar a luz. Les dejé hacer, pero sufrí muchísimo dolor". Finalmente, se la llevaron a quirófano y le practicaron una cesárea. "Siento que me robaron mi embarazo. Me robaron también mi parto y mi postparto", dice Yulia.

Aida Bao y Almudena Lopesino hablan sobre partos deshumanizados y violencia obstétrica

Los partos humanizados

La Organización Mundial de la Salud afirma que "todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, que incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación".

Naciones Unidas ha reprobado a España hasta en tres ocasiones por la llamada violencia obstétrica, un término que rechazan desde la Asociación Española de Ginecología y Obstetricia porque creen que "hace referencia a aquellas intervenciones médicas innecesarias durante el proceso del parto, a menudo rutinarias, que en muchas ocasiones se realizan sin proporcionar información suficiente a las mujeres ni solicitarles el consentimiento" y añaden que les "parece inapropiado, tendencioso e injusto el término por su significado jurídico doloso, como intención de causar daño, empleo de fuerza o amenazas, tipificable penalmente".

La SEGO explica que no debe confundirse "la mala praxis con las expectativas de parto no cumplidas", dicen. "Consideramos que la buena praxis debe basarse en la formación de los profesionales en competencias técnicas y de comunicación, en la información a las pacientes y en la documentación de la historia clínica", explican en un comunicado publicado en su página web.

¿Qué es un parto humanizado?

¿Qué es un parto humanizado? "Es el que se hace en un centro sanitario, asistido por profesionales que son conscientes de la importancia que tiene el nacimiento a nivel personal. Que respetan la fisionomía y también el cuerpo de las mujeres. Son los que tratan de intervenir lo menos posible". Charo Quintana Pantaleón es ginecóloga y colaboró en la elaboración de la Estrategia Nacional de Atención al Parto Normal del Ministerio de Sanidad, para intentar humanizar la atención obstétrica y mejorar su calidad científica.

"Estamos inmersos en una cultura compartida sobre la superioridad del parto intervenido. Este paradigma transita por otro: el de considerar que el embarazo, el nacimiento, el puerperio son eventos fisiológicos con trascendencia personal y deben ser tratados con mucho respeto y no sustituyendo la fisiología del cuerpo de la mujer por tecnología, ni la autonomía de la mujer por el protagonismo de los profesionales", explica la doctora Quintana.

Para Francisca Guillén, abogada y socia fundadora del Observatorio contra la Violencia Obstétrica, "las cesáreas, las episiotomías y las inducciones de los partos siguen aumentando en España. Pocos niños nacen ya fuera del horario laboral. Muchos partos son inducidos para que las mujeres den a luz en un horario que no moleste a los profesionales de la salud", asegura Guillén. "Queremos acciones como la que se llevó a cabo en 2008, cuando se elaboró la estrategia para la atención de un parto normal dentro del Sistema Nacional de Salud".

Las consecuencias psicológicas

Muchas mujeres salen del hospital sabiendo que han vivido algo fuera de lo normal en su parto, "saben que ha pasado algo y no se han sentido respetadas en el proceso de dar a luz por parte de algunos profesionales. Empiezan entonces un largo camino para averiguar por qué no se sienten bien".

Esther Ramírez es psicóloga prenatal. "Lo que les ha sucedido no les gusta, pero lo colocas en el subconsciente para sobrevivir después del parto. Muchas de ellas consultan por tristeza, por ansiedad, sensaciones de malestar con la maternidad. No tienen muy claro que tengan que ver con ellas. En vez de culpar a la situación y a lo que realmente ha pasado que es que no las han tratado bien, se culpan a ellas mismas como madres".

Validar su dolor es fundamental, ayudar a la madre a que sienta que tiene derecho a que no le parezca bien lo que ha vivido. "Lo más importante es que tomen conciencia de que no tienen la culpa de lo que les ha sucedido. En el parto la mujer es muy vulnerable. Parece que las mujeres tienen que estar contentas sí o sí cuando nacen sus hijos y, en ocasiones, esa presión hace que no cuenten lo que han podido vivir al dar a luz".

"Mi ginecóloga me dijo que por qué gritaba, me mando callar directamente. Y en ese momento la vida de tus hijos depende de ella, cómo vas a decir algo"

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