Nadie con responsabilidad institucional puede ponerse de perfil

Segunda noche consecutiva de incidentes por las calles de Madrid, por las protestas ultras que ayer convocaron ya a siete mil personas, según la Delegación del Gobierno. Con un salto cualitativo, la protesta no fue solo en la puerta de la sede del PSOE, un grupo de los manifestantes enfiló Gran Vía, cortando el tráfico al más puro estilo matón, increpando a algún viandante con la intención de llegar al Congreso. Banderas españolas, estética ultra, aguiluchos y algún protagonista que conocemos de otras cuitas como el líder de Desokupa, lo mejor de cada casa para ir creando un caldo de cultivo que no sabemos como puede terminar.

De momento, cada noche, con la intervención de la policía, víctima también de los manifestantes y a quien el líder de Vox, Santiago Abascal, hizo ayer una llamada para que no cumplan las órdenes de sus superiores. El líder de la tercera fuerza política en el Congreso llamando a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado a la insurrección. Les pide que incumplan las órdenes ilegales que reciban, ilegales porque considera que salen de un gobierno ilegítimo. Cuánto peligro en una sola frase.

Y el PP sigue teniendo problemas para posicionarse ante todo esto, también ellos piden salir a la calle, aunque de forma ordenada, pero no acaban de condenar del todo lo que está pasando estas tardes, sí lo hizo ayer Cuca Gamarra, pero sigue sin aprovechar la ocasión el líder del Partido Popular, que se mueve en la ambigüedad. Ya lo decíamos ayer, nadie con responsabilidad institucional puede ponerse de perfil ante lo que está pasando, porque este tipo de manifestaciones se sabe cómo empiezan, pero nunca cómo acaban, se empieza por no reconocer a un gobierno, se sigue por cuestionar el resultado electoral, van a gobernar los que perdieron, y no se sabe cómo se acaba, aunque si miramos fuera de nuestras fronteras, ya encontraríamos algunos ejemplos.

Porque los manifestantes enarbolan la bandera contra la amnistía, pero hay algo más, hay mucho más, hay la oposición frontal a un nuevo gobierno progresista, porque de eso se trata, de no reconocer la legitimidad de una fuerza política para negociar los votos que le permitan gobernar, eso sí, siempre que esa fuerza política no sea de derechas. Y esto es negar la democracia, es negar la consistencia de las instituciones, es en definitiva situarse fuera del sistema.

Por cierto, sin novedades de la investidura.

Únete al canal de WhatsApp de la SER