Una del Oeste
"Ahora sí tenemos imágenes. Ahora vemos a los pobres colonos martirizados, pero también las masacres que comete el actual Séptimo de Caballería. Ahora sabemos"
Madrid
Esta película ya la hemos visto. Y aunque ahora sabemos que la película era una patraña propagandística, un falseamiento completo de lo que ocurrió, es demasiado tarde para quejas.
Cuando hablo de la película me refiero a cualquiera con indios, colonos y el Séptimo de caballería. El cine nos enseñó que los indios eran malos, y que quienes les vendían armas para defenderse eran casi tan malos como ellos. Los indios se dedicaban a matar familias de pacíficos granjeros, rubios y bondadosos. No merecían otra cosa que el exterminio. Y fueron exterminados entre aplausos del público.
Nunca nadie filmó el “sendero de lágrimas”, la deportación masiva y en condiciones inhumanas de las “cinco tribus civilizadas”. Llamaban “civilizadas” a esas tribus porque habían aprendido inglés y estaban dispuestas a cohabitar con los colonos. Pero en sus tierras había oro y pastos. Entre 1830 y 1850 se les hizo caminar hasta la muerte. Los supervivientes fueron encerrados en campos de concentración llamados “reservas”.
No vimos esa atrocidad. Seguimos sin verla. Y si a los indios “civilizados” se les trató de esa forma, no es difícil imaginar lo que ocurrió con los “no civilizados”. Pero qué bonitas siguen pareciéndonos las epopeyas del oeste.
Ahora tenemos una oportunidad de calibrar lo que ocurrió en Norteamérica hace un par de siglos. Ahora sí tenemos imágenes. Ahora vemos a los pobres colonos martirizados, pero también las masacres que comete el actual Séptimo de Caballería. Ahora sabemos. E incluso lloramos.
Ahora asistimos en directo a lo que ocurre y, sin embargo, el resultado será el mismo. A los palestinos les tocará, como siempre, el “sendero de lágrimas”. La única diferencia consiste en que nunca más nos creeremos las epopeyas colonizadoras. Ni saludaremos con alborozo la llegada del actual Séptimo de Caballería, el ejército israelí, porque sabemos que trae consigo la miseria y la muerte.
Soy Enric González y espero que, pese a todo, pasen ustedes un buen día.
