Amnistía

Madrid

Antes de nacer, esta ley de amnistía ya demuestra una virtud: retrata la inconsecuencia de los extremistas que se encarnizan con ella. Los ultras, subrayemos, pues la gente normal que duda o discrepa, lo hace con normalidad democrática.

Es un poco sospechoso que una asociación de jueces profesionales diga que la ley supone el final de la democracia: también hubo una amnistía en 2012, la organizó un gobierno del PP para delitos fiscales, pero estos togados no chistaron en contra: ¿Acaso tendrían amistades peligrosas entre los beneficiados?

Es un poco sospechoso que el expresidente Aznar, que indultó por la brava a 16 terroristas de Terra Lliure, insulte al Gobierno: a cuenta de la medida de gracia que promueven las izquierdas por algo mucho menos grave. Y que se horrorice porque, dice, este sería el fin del sistema de la Constitución de 1978… contra la que escribió, contra la que votó y contra la que organizó acciones beligerantes… como activo militante falangista, entonces.

Es un poco sospechoso que miembros del Consejo del Poder Judicial, con mandato caducado hace cinco años, promuevan una campaña que no está entre sus funciones oficiales. Hay algo que moviliza a estos sospechosos: creen que pueden cercenar las funciones del Congreso. Quizá es que no les gusta la democracia parlamentaria, si quienes hacen las leyes no son sus amigos.