Quién pudiera ser solo caballo en un desfile

Madrid

Me gustan los desfiles, más que nada los caballos, y me gusta esa capacidad que tenemos para ser Berlanga y Azcona en las ocasiones más solemnes. Hubo un momento visual grandioso ayer, cuando el Rolls principesco pasó por delante de El Anciano Rey de los Vinos, establecimiento señero de la capital.

Y hubo otro instante significativo, cuando la banda atacó unos compases de Los nardos (Por la calle de Alcalá, la florista viene y va, etcétera), que en 1931 estrenó Celia Gámez, futura cantante del chotis fascista 'Ya hemos pasao' y amante del fundador de la Legión, el tal Millán Astray, famoso por su grito de "¡Viva la muerte!" y por la película de Alejandro Amenábar.

Ya en el interior del hemiciclo, ya fuera del Rolls y de su circunstancia, estaba la joven de 18 frente a su destino. Y me entró una congoja muy grande por lo que nos queda a todos por vivir, en particular a las personas que ahora tienen más o menos su edad. La generación de la princesa, que dicen.

Pensé en mí a los 18, ignorante de que ya los estadounidenses se disponían a arrasar Vietnam. Y recordé también una estrofa de la canción 'El 45' (por el año), de María Elena Walsh. Esa que dice: "Te acordás hermana que, desde muy lejos, un olor a espanto nos enloqueció: era de Hiroshima donde tantas chicas tenían quince años, como vos y yo".

Quince, dieciocho, Hiroshima, Vietnam, Ucrania, Palestina y tanto espanto más. Quién pudiera ser solo caballo en un desfile.