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Martin Wolf, jefe de economía de Financial Times: "Hay una demanda de estupidez y los medios de comunicación la están supliendo"

El célebre periodista británico de Financial Times ha pasado por los micrófonos de la SER para analizar la actualidad sociopolítica

Madrid

Nacido en Londres un año después de que terminara la Segunda Guerra Mundial, en 1946. Su padre era austríaco, su madre holandesa y ambos de origen judío, Martin Wolf creció en el seno de una familia marcada por el Holocausto y la recuperación posterior a 1945. Periodista y jefe de economía del diario Financial Times con una carrera vinculada también al Banco Mundial y al Partido Laborista británico en la década de los 70. Autor de varios libros relacionados con el campo de la economía, el más reciente de ellos: "La crisis del capitalismo democrático". Martin Wolf concede una entrevista a la SER con Javier Ruiz en la que analizamos la actualidad más reciente y le tomamos la temperatura a la democracia.

Su familia y el conflicto entre Israel y Palestina

PREGUNTA. Déjeme preguntarle primero, porque en su libro dice que su padre era austriaco y judío, y su madre holandesa y judía. Ambos se mudaron a Palestina en 1939. ¿Cómo ve la situación allí?

RESPUESTA. Bueno, de hecho, fue la familia de mi padre quienes se fueron a Palestina y sus descendientes viven allí, así que estoy inevitablemente involucrado en esto, no es algo sobre lo que pueda ser neutral. Es una tragedia de múltiples dimensiones y creo que la evolución política dentro de Israel ha sido trágica también por la llegada de fuerzas antidemocráticas y fuerzas muy hostiles para alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos. Lo que ha estado sucediendo entre los palestinos política, social y económicamente también ha sido una tragedia. Nada de esto ha mejorado y la llegada de Hamás, que es la mano que gobierna en Gaza desde hace mucho tiempo y que es el peor producto del conflicto, es otra tragedia, porque no tienen ningún interés en llegar a un acuerdo y lo que han hecho ahora pone a Israel en una situación en la que básicamente todo lo que hagan fracasará. No pueden hacerlo por supuesto sin causar una inmensa pérdida de vidas que reducirá mucho su legitimidad. No hay una solución militar, pero también han experimentado la mayor pérdida de vidas de judíos desde el Holocausto, por lo que es una tragedia de múltiples dimensiones y me perturba inmensamente.

P. ¿Qué pasa con las consecuencias económicas? ¿Esto nos lleva a un escenario similar al de la guerra del Yom Kipur?

R. Eso es lo que realmente no sabemos y dependerá de las consecuencias más amplias de la guerra. Si miramos la guerra del Yom Kipur, eso es lo que ocurrió, los países árabes respondieron embargando el petróleo, pero eso parece menos probable hoy. Muchos de ellos están involucrados en llegar a una especie de paz con Israel y no son cercanos tampoco a Hamás. Al mismo tiempo, tienen que reconocer el enfado que hay en las calles, entre sus pueblos, por todo lo que está pasando. Creo que no habrá un embargo de petróleo, pero si lo hubiera, sería un hecho muy importante, porque siguen siendo productores vitales.

La segunda consecuencia, que no existía entonces, sería un conflicto directo que probablemente involucraría a Israel e Irán, porque Irán es considerado como el patrón de Hamás. Si esto llevara a un conflicto militar directo, posiblemente porque se involucra también Hezbollah en el sur del Líbano, entonces todas las apuestas están abiertas. También podrían llegar a involucrarse otras grandes potencias como EE. UU. y China o que tuviera lugar una guerra en el Golfo, porque todavía hay mucha tensión entre Irán y Arabia Saudí.

No estoy prediciendo nada de eso y creo que es muy poco probable. Pero obviamente si Israel sintiera que esta es la oportunidad de atacar a Irán, porque estuvieran detrás de todo esto, entonces estaríamos en un mundo completamente diferente. Claramente existe un peligro, pero tal y como están las cosas en este momento, supongo que se va a contener, pero tampoco lo podemos predecir con exactitud.

Una crisis con muchas aristas

P. En su libro menciona que tenemos una crisis de la democracia y una crisis del capitalismo, ¿cuáles son las causas de ambas?

R. Creo que es una combinación de cambios económicos imposibles de prevenir: el crecimiento de China; la desindustrialización; una revolución tecnológica que ha creado nuevos jugadores y un nuevo panorama mediático. La población más rica también está ingresando más y está más formada, así que esto nos ha llevado a una nueva estructura social diferente y tenemos más personas formadas de las que habíamos tenido nunca antes. Todo esto, junto a una política que ha aumentado la inseguridad laboral, la desigualdad precisamente por la economía que tenemos y la forma en la que operan los Estados, ha generado el miedo a la movilidad social "hacia abajo". Es lo que los americanos llaman "clase media" y nosotros llamamos "clase trabajadora", una clase que se siente abandonada.

Así que con esto tenemos una clase trabajadora desanclada de la política, dejando a los partidos de centro que han pasado a estar controlados por esta nueva clase meritocrática y bien formada. Todo además combinado con un crecimiento más lento y una crisis financiera que ha deslegitimado profundamente al capitalismo.

Esto abre algunas corrientes políticas por ejemplo la más importante que tenemos ahora está a la izquierda y es lo que se llama "Woke". Esto es una izquierda más cultural y que no tiene nada que ver con la izquierda de antes. A la derecha tenemos un elemento dominante, lo que es una clase media-baja desencantada, nacionalista, anti-inmigración, antiglobalización y muy reaccionaria, que ha forzado el cambio de un centro-derecha liberal creyente en los mercados, hacia el centro-derecha nacionalista y populista, que es lo que tenemos hoy. En general, cuando un estado colapsa por una guerra, como Rusia en 1917, o China, la política de la izquierda suele ser de aspiraciones y esperanza bajo el pretexto de hacer del mundo un lugar mejor. Si estás enfadado y no crees que el mundo pueda mejorar, y lo sumas al colapso del comunismo como sistema que tristemente ha perdido toda atracción como sistema económico, la izquierda se queda. La izquierda por lo tanto está muy débil y es la extrema derecha la que domina.

La crisis de la izquierda

P. La crisis que se respira en la izquierda, ¿irá a más?

R. Hasta ahora lo ha hecho, pero quiero ser optimista porque hay razones para ello. Una de ellas es que los gobiernos de la derecha demagoga no saben gobernar, Trump es un ejemplo perfecto. No tienen interés en gobernar y no saben nada sobre ello, aunque hay excepciones claro, con Trump mismo. Tenemos la misma experiencia con el Brexit, porque Boris Johnson fue un primer ministro terrible y nos deshicimos de él. Después tuvimos otra primera ministra terrible y nos deshicimos de ella, pero siempre con democracia.

Soy optimista porque el sistema democrático y el electorado tienen la capacidad de aprender que las promesas son falsas, de hecho, cuando esta derecha de la que hablamos llega al poder, la única manera que tienen para sobrevivir es eliminando las instituciones democráticas y tomar el control del Estado, esto lo hemos visto y es el gran peligro. Pero mientras la democracia perdure y no la supriman completamente, siempre habrá esperanza, porque la gente se da cuenta de que este tipo de personas son un fraude.

La crisis de los medios y el periodismo

P. ¿Han fallado los medios con esta situación?

R. Bueno como siempre le digo a la gente, excepto las emisoras públicas, al final somos un negocio y tenemos que ganar dinero. Si hay un mercado para la estupidez, se ofrecerá estupidez. Así que se podría decir que los medios, en ese sentido, están teniendo éxito.

P. Y el periodismo, ¿está fallando?

Yo diría que lo digital ha transformado la economía de los medios y eso está impactando la sociedad. Teníamos un sistema con un número de periódicos y televisiones limitado, donde había que contratar a profesionales. Ahora hemos pasado a un mundo en el que todos pueden ser periodistas y a la vez tener millones de seguidores con los que interactuar a través de las redes sociales, y todo esto sin un control centralizado. Así que hemos pasado de la escasez al infinito.

Creo que los medios están haciendo exactamente lo que la economía de los medios requiere en esta era, tan avanzada tecnológicamente y que permite la comunicación masiva instantánea con millones de personas. Esto ha destruido la infraestructura de los medios sobre la cual se asentó la democracia: el periódico, la radio y la televisión. Puede que la democracia que teníamos no sirva para esta época y a lo mejor deberíamos ser como Suiza y hacer referéndums, no lo sé, no me parece que nadie tenga la culpa pero tengo que decir que me gustaría que Facebook, por ejemplo, trabajara distinto. Ellos controlan la entrada al mundo digital, son sus guardianes y tienen el monopolio. Es ahí donde iría yo si hubiera que regular, pero, ¿cómo controlamos la capacidad de crear mentiras perfectas y gratis?

El populismo y las dictaduras en el siglo XXI

P. Usted dijo que la humanidad escapó del populismo y la dictadura en el siglo XX, ¿logrará escapar de nuevo en el siglo XXI?

R. La respuesta no la sé, pero una de las razones por las que estoy muy preocupado es que el motivo por el que sobrevivimos al siglo XX con el éxito de la democracia y el capitalismo, es la existencia y la ayuda, que es cierto que llegó tarde, de Estados Unidos. Es un hecho que sin ellos Alemania habría ganado la Segunda Guerra Mundial en Europa con Hitler, e incluso Stalin habría salido ganando, pero Gran Bretaña evitó la derrota solo gracias a la alianza estadounidense. Si Estados Unidos termina como una potencia antidemocrática, lo cual es claramente un riesgo, entonces no lo vería tan claro, porque todas las demás grandes potencias son claramente antidemocráticas.

A menos que la Unión Europea pueda movilizarse con la idea de que es el último representante de la verdadera democracia liberal, y eso va a ser bastante complicado por sus divisiones, por el poder de la retórica populista, necesitamos un Estados Unidos democrático, unificado y comprometido. Ahora mismo no lo tenemos pero tampoco seamos necios, a Trump no le importa la democracia.

 
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