Carmen Maura: "A diferencia de Banderas, al llegar a Estados Unidos supe que no estaba dispuesta a pelear ni un centímetro por una vida allí"

María Barranco tiene claro que a nadie le brillan mejor los ojos en mitad de una escena que a ella. "¿Pero cómo demonios lo haces?", le preguntó la malagueña mientras compartían rodaje en "Mujeres al borde de un ataque de nervios"; el director Alex de la Iglesia la comparó con un gran supermercado, "porque en ella encuentras todo lo que necesitas para tu película"; Méndez-Leite la define como una de las personas "más generosas y queridas de toda la profesión" y Antonio Resines asegura que igual que existe el "landismo", existe el "maurismo", que es una forma de escuela interpretativa sobresaliente y distinta. Es Carmen Maura (Madrid, 1945), un modo de hacer inimitable, donde lo muy trabajado en la trastienda de un guion no se nota en las escenas, como si los diálogos se le acabasen de ocurrir, haciendo muy fácil lo que en realidad sólo es difícil.

Sin embargo, ella huye del término: "Me encanta escuchar todas esas cosas, pero la verdad es que yo me separo mucho de la Maura popular y exitosa y eso me ha hecho mucho bien. Ni siquiera tengo vitrinas donde guardar los premios, si acaso alguna silla de un director para poner un muñeco", aclara sacudiéndose el mito de encima.

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Carmen Maura: "Me hace mucho bien vivir muy separada de la Maura popular y exitosa"

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Y lo que son las cosas, seguramente el mayor guion de su vida fue el de interpretar a una mujer casada, con hijos, trabajando en una galería y dispuesta a cambiar todo eso por abrazarse a la incertidumbre de ser actriz. Y lo fue, contra todo y todos. "La noche que lo dije en casa fue un drama... Mi marido me decía que 'si eres muy vieja', tenía entonces 25 años, que 'si no vas a valer...'. Ahora cualquier chica dice que quiere ser actriz y a todos les parece guay, pero entonces decías que querías serlo y escuchabas a tu hermano por ejemplo comentar que eso era un oficio de putas". Pero lo logró y acabó haciendo la mayoría de cortos de la época, y fue la reina de la Movida madrileña sin pisar un garito ni alternar como lo hacían el resto y, además, protagonizó una película con Fernando Colomo, "Tigres de papel", que supuso el principio de todo. Y en esa concatenación de éxitos en la ficción, influyeron, y no poco, sus experiencias vitales reales, muy duras. "Visto ahora, no sabía lo mucho que iba a tener que pasar por ser actriz".

Fue también una inesperada estrella televisiva, junto al periodista Fernando García Tola. "Nena, tu vales mucho", ¿se acuerdan? Un poco antes conoció a un director de cine manchego de cuyo nombre mucho más tarde puede que la actriz no quisiera acordarse, pero que en ese momento se convirtieron en una coalición profesional indisociable con el éxito. "Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón" fue el pistoletazo de salida. Y una película muy loca y rara para la época (1980). Tan importante, que hasta el director reconoció que fue ella la que en esa película le descubrió a él, antes que él, Pedro Almodóvar, le descubriera a ella con aquel largometraje. Después "La Ley del deseo" o "Mujeres al borde de un ataque de nervios", donde todo se fracturó. Maura reflexiona sobre aquella relación: "Yo con 'Mujeres al borde...' lo pasé muy mal, sólo quería llorar todo el tiempo. Fue la única vez que pensé en dejar de ser actriz. Por eso, contestando a María Barranco, que es tan graciosa, tenía en ese rodaje tanto brillo en los ojos, porque sólo quería llorar".

Hubo entre ambos un regreso profesional, muchos años después, con la película "Volver", cuando ambos se dieron cuenta de que podían trabajar juntos sin la necesidad de recuperar una conexión personal que fue muy intensa y que ya, negando al título de la película, no volvería, ni se unificaría por un trozo original del caído Muro de Berlín en una remota ceremonia de los premios Goya.

Pero no sólo Carmen Maura vivió de trabajar con Almodóvar. "La petición", con Pilar Miró, "Ay Carmela", de Carlos Saura o, por ejemplo, "La Comunidad", de Alex de la Iglesia, fueron otros de los muchos éxitos que ella rememora con orgullo. Y no duda, echando la vista atrás, en reconocer sin embargo que no volvería a trabajar con un buen puñado de directores. "¿Sabes lo que pasa con los directores? Yo aconsejo a los que empiezan que como cada uno de ellos es de su padre y de su madre, sean obedientes, al menos la primera semana. Un director te hace oleadas de amor si haces lo que quieres, y si vas un poco más allá en su línea, entonces ya ni te cuento". Pero no publicita nombres. Y eso que ella a estas alturas dice lo que le da la gana. "Digo casi lo que me da la gana, pero como todo lo digo con mucho humor, la gente no sabe si voy en serio o no. El humor es muy importante".

Ahora está en los cines con una película peculiar, una comedida, "Mi otro Jon", dirigida por Paco Arango, totalmente benéfica, cuyos ingresos irán íntegramente a la lucha contra el cáncer. Ella es Merche, una mujer a la que le diagnostican una enfermedad irreversible y poco tiempo por delante. El justo para cumplir varios deseos ajenos y alguno personal. "Yo cuando leí el guion me pareció una peli estupenda, pero en realidad esta película la he hecho porque quería conocer a Paco Arango, el director, que me parece una persona admirable. Y no es que sea una película que, recuperados los beneficios, da dinero a la lucha contra el cáncer. Es que todo el dinero va a esa causa, todos los beneficios". Algo que por ejemplo, pensando en Estados Unidos es poco común, porque como recordaba Meryl Streep hace unos días casi nadie se mueve allí por nada. "Allí es poco común, sí. Por ejemplo, cuando pisé Estados Unidos para promocionar "Mujeres al borde de un ataque de nervios" supe desde el primer momento, a diferencia de Antonio (Banderas), que yo no estaba dispuesta a pelear ni un centímetro por una vida allí", concluye.

Ha pasado el tiempo, Carmen Maura ya no es una nena, pero sigue valiendo mucho.

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