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Belle Deneuve

Este domingo cumple 80 años Catherine Deneuve, la estrella francesa protagonista de películas como Repulsión, Tristana, El último metro o La sirena de Mississippi

Catherine Deneuve en una escena de Belle de jour, de Luis Buñuel. / Andrea Macías Jimenez

Dos etiquetas han perseguido durante toda su vida a Catherine Deneuve. Dos etiquetas que ella detesta. Una es la de “Gran Dama del cine francés”. Hay que recordar que en los años 80 eligieron su rostro como modelo para que representara en los sellos a Marianne, la mujer con gorro frigio símbolo de la República francesa. La otra, es la de su supuesta frialdad. Catherine Deneuve tiene cierta fama de mujer de hielo, enigmática y estirada. “Al principio eso me hería. Lo veía como algo negativo, pero con el tiempo me di cuenta de que tenía bastante de verdad y que era además algo que me podía venir bien porque evitaba que gente que yo no conocía se comportase de una forma familiar conmigo. La familiaridad no es algo que vaya con mi carácter. Así que con el tiempo he podido acomodarme a esa fama. Creo que soy más reservada que fría, pero, en el fondo, hay algo de cierto en todo esto. No es del todo falso”, dice.

Nació 1943 en plena ocupación alemana. Sus padres eran actores y su verdadero nombre es Catherine Dorléac. Se puso el apellido de soltera de su madre para diferenciarse de su hermana mayor, Françoise, que era también actriz y parecía destinada a ser la gran estrella de la familia. De hecho, Catherine empezó a trabajar en el cine como un juego, acompañando a sus hermanas Françoise y Sylvie en un par de películas en las que hacía pequeños papeles de colegiala. Hasta que en su vida se cruzó el director Roger Vadim, ex marido de Brigitte Bardot y especialista en descubrir jóvenes actrices y lanzarlas al estrellato. Catherine se fue a vivir con él con 18 años. Él casi le doblaba la edad. Su amor les duró un par de años, tiempo suficiente para tener a su hijo Christian y lanzar la carrera de la actriz con la película El vicio y la virtud. Sin embargo, su primer gran éxito llegaría en 1964 con el musical Los paraguas de Chesburgo, película que ganó la Palma de Oro en Cannes.

Poco después daba el salto internacional a las órdenes de Roman Polanski en la película Repulsión, otro de los grandes hitos de su carrera. “Repulsión es una película muy importante para mí porque fue la primera película en inglés que hice y con Roman Polanski, que hacía su debut en Inglaterra. Los dos teníamos la sensación de ser dos extranjeros en Londres. Además, todo el equipo era inglés, pero nosotros hablábamos en francés y eso creó entre nosotros mucha complicidad”, recordaba la actriz.

Al lado de su hermana, Françoise Dorléac, protagonizó otro musical inolvidable, Las señoritas de Rochefort. Y entonces llegó la tragedia. Françoise murió abrasada en un trágico accidente de tráfico en 1967. Catherine Deneuve ha reconocido que tuvo que recurrir a un psicólogo para superar la muerte de su hermana y tardó muchos años en poder hablar de ella con normalidad.

Con su sonrisa tímida y su melena rubia, la actriz daba una imagen en sus primeras películas de jovencita romántica y un tanto ingenua. Pero llegó Luis Buñuel y en Bella de día la convirtió en una prostituta a tiempo parcial que cambió para siempre su imagen. Pasó a ser la mujer fría y distante de la que hablábamos al principio. Una frialdad que parecía incluso arrogancia. Al parecer Buñuel y ella se llevaron a matar durante la filmación, entre otras cosas porque la actriz se negó a rodar escenas de desnudo lo que acabó por hacer la película aún más enigmática. Sin embargo, al director aragonés se le debió olvidar pronto las peleas porque un par de años después volvió a llamarla para Tristana.

Otro director importante en su carrera fue François Truffaut, que la dirigió en El último metro y en La sirena del Mississippi, al lado de Jean Paul Belmondo. Truffaut y la actriz tuvieron también una relación sentimental y cuando ella le dejó, el director tuvo que ingresar en un hospital a causa de la depresión. A Catherine Deneuve se le atribuyen muchos romances. Su vida privada despertaba un gran interés en la prensa francesa, pero ella siempre lo ha cortado en seco. “No es que cultive una imagen misteriosa, sino que soy una persona de natural reservada y me gusta guardar mi vida privada en secreto. Pero no porque me gusten los misterios, sino porque me gustaría llevar una vida lo más normal posible”, dice.

Si el apellido de su hijo Christian es Vadim, el de su hija Chiara es Mastroianni, fruto de la relación de cuatro años que mantuvo con el actor italiano Marcello Mastroianni. Catherine solo se casó una vez, con el fotógrafo inglés David Bailey y el matrimonio tan solo duró un par de años. Esta agitada vida sentimental convirtió a la actriz en estandarte de la liberación sexual que la mujer francesa vivió a finales de los años 60. En 1971 fue uno de los rostros destacados del llamado “Manifiesto de las 343 zorras” a favor de la legislación del aborto en Francia, confesando públicamente que ella también había abortado. “Estoy a favor de la libertad y la libertad de la mujer pasa por abordar el problema del aborto. Es un problema que concierne a cada mujer en particular y tratar de imponer una línea general de conducta es absurdo. Es una decisión particular que debe tomar cada mujer como yo hice”, afirmaba.

Según pasaban los años, Catherine Deneuve pudo desembarazarse al fin de esa otra etiqueta tan pesada que la calificaba como una de las actrices más bellas del mundo. “Creo que la belleza es una gran ayuda, pero también es algo con lo que hay que tener cuidado porque no sirve para todo. A veces es peligroso. Yo creo que hay que ser consciente de la belleza que uno posee y después olvidarse de ella. Desde luego no es algo en lo que puedas basar tu vida”, asegura.

La belleza arrebatadora de sus inicios dio paso a la belleza serena y elegante de su madurez y pudo, por ejemplo, pasados ya los 50, convertirse en imagen publicitaria de la marca Yves Saint Laurent o del perfume Channel número 5. En el cine anglosajón no ha tenido mucha suerte que digamos. Rodó junto a Jack Lemmon Los locos de abril o, al lado de Burt Reynolds, Destino fatal, pero su único éxito lo logró en 1983 haciendo de mujer vampiro en El ansia a las órdenes de Tony Scott.

Su papel de viuda que dirige una plantación de caucho en la película Indochina le valió su única nominación al Oscar. En los premios Cesar ha tenido muchas más, 14 nada menos, y lo ha ganado en dos ocasiones: por Indochina y por El último metro, la película de François Truffaut. Y es que la mayor parte de su carrera se ha desarrollado en el cine francés. Su filmografía supera las 130 películas y aunque últimamente ha bajado un poco el ritmo, solía rodar dos o tres películas al año.

El director con el que más ha trabajado es André Techiné, con el que ha hecho ocho películas. Nunca ha tenido ningún reparo en ponerse a las órdenes de directores nóveles y sin experiencia. Otras veces es ella misma la que elige a sus directores, como cuando vio la película Rompiendo las olas de Lars Von Trier. El film le gustó tanto que le escribió una carta pidiéndole un papel en una de sus películas y éste se lo dio acompañando a la cantante Bjork en Bailar en la oscuridad.

En 2019 sufrió un ictus que hizo que la ingresaran en el hospital, pero del que se recuperó sin consecuencias. En 2022 reapareció en el festival de Venecia para recibir el premio a toda su carrera. En su país le siguen considerando el tesoro nacional del cine francés, pero su imagen ante el público ha cambiado, ahora es mucho más cálida, y en una encuesta fue votada como la abuela ideal para los franceses.

A pesar de sus 80 años sigue trabajando sin descanso. De hecho, tiene un par de películas aún por estrenar, y se mantiene en buena forma. No hay que olvidar que su madre, la actriz Renee Simonot, que falleció en 2021 a los 109 años de edad, tiene el récord de ser la intérprete más longeva de la historia del cine y quién sabe si Catherine Deneuve llegue algún día a superarla.

 
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