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Trabajar como los abuelos para paliar el cambio climático

Aquí, en la Ribera del Duero, se vendimiaba para el Pilar y ahora en esa fecha ya no queda nada por recoger, lo dice Francisco Barona enólogo y viticultor. La vendimia se ha adelantado entre 15 y 20 días en tan sólo tres o cuatro décadas. Para mí, no hay duda de que el cambio climático está detrás de esto.

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Roa de Duero

Francisco Barona es hijo y nieto de viticultores humildes, precisa él. Su padre arrancó las viñas para plantar cereal porque no daban para comer y se empeñó en que el hijo estudiara, lo quería ingeniero. Pero, a veces las cosas no salen como uno quiere y ese hijo suspendió la selectividad. Las discusiones con su padre se convirtieron en algo habitual y Francisco decidió poner tierra por el medio. Se fue a Burdeos. Era verano y empezó a trabajar en un viñedo quitando yerba con un azadón. "Los franceses, me cuenta, alucinaban, yo acababa la línea y ellos iban por la mitad. En una semana tenía un contrato fijo y a los pocos meses empecé a trabajar en bodega. Me animaron a que me formase y escribieron una carta de recomendación para la escuela de enología. Estudié un grado técnico de viticultura sin saber nada de francés. Tiré adelante con los apuntes de una compañera que yo traducía palabra a palabra con un diccionario. Lo pasé mal dos meses, pero a final de curso ya tomaba los apuntes en francés.

Francisco sigue contándome detalles de esa estancia en Burdeos donde descubrió que estudiar lo que realmente le gustaba le había convertido en un alumno brillante. Tras obtener el grado técnico pasó a la Universidad, en dos años acabó enología y fue el primero de su promoción. Después, en verano, viajó a California donde trabajó en el valle de Napa para seguir aprendiendo. En invierno, como ayudante de enólogo, se fue a Sudáfrica para aprender de vinos blancos. El siguiente paso fue regresar a la Ribera del Duero como enólogo. Soñaba con tener sus propias viñas y su bodega.

Hoy podemos pasear por los viñedos de Francisco Barona donde la vendimia se hace "como antes de la época de los romanos", nos dice, de forma artesanal, tijera en mano, cortando los racimos de uno en uno. Y es aquí cuando me habla de cómo se ha ido adelantando la vendimia y asegura que "como trabajaba mi abuelo es como mejor conseguimos paliar el cambio climático". Le pido las razones de esa afirmación y me dice que, en su opinión, hay que mantener la forma tradicional de cultivar la viña en la Ribera del Duero. Es decir, los viñedos en vaso porque de esa forma los tallos crecen libremente hacia el suelo con o cual los racimos están protegidos debajo de las cepas y a la sombra. El problema es que con esta forma de cultivo no se puede vendimiar a máquina, añade, se tiene que hacer de forma manual. Si se planta en espaldera para hacer la recolección con las máquinas, algo que se va extendiendo año a año, los racimos quedan expuestos al sol permanentemente. El resultado es que la uva coge más grado, madura más rápido y los vinos que tienen más alcohol, menos frescura y menos fruta, todo lo que no se busca ahora en un buen vino. Y aún hay más, antes, sigue contando Francisco, las cepas se plantaban a más profundidad por lo que les costaba menos llegar a la tierra húmeda y no se regaban. Ahora son más cortas y ha aumentado el riego.

La filosofía de este viticultor es distinta. Francisco trabaja con cepas viejas, esas que tienen largas raíces a buena profundidad, algunas son centenarias. Pero, conseguir esos viñedos fue una dura labor que le llevó años. Como no disponía de dinero suficiente para comprar cepas vejas en buen estado lo que hizo fue hacerse con terrenos que llevaban años abandonados y sin dar fruta. Los mayores le decían que estaba loco y su padre que estaba cogiendo lo que los demás no querían. Pese a esa desconfianza, tras cinco años de duro trabajo, consiguió sus primeros racimos. Tras probar esas primeras uvas supo que no se había equivocado, esa uva estaba llena de fruta, de tensión y de frescura. Su sueño era hacer su propio vino y en 2014 se cumplió. Primero alquilaba las instalaciones de otra bodega, pero cuando acabó de pagar los préstamos de los viñedos fue al banco y les dijo: "¿todos estos viñedos tengo que me das por ellos? .... y ahora soy el hombre más feliz de la tierra con los viñedos hipotecados.

Frente a la bodega de Francisco Barona en Roa de Duero se encuentra el edificio del Consejo Regulador de Ribera del Duero, allí nos reunimos con Alberto Tobes director de Investigación que de forma tajante afirma que el cambio climático está afectando a los viñedos. Lo hace de forma heterogénea, nos dice. Lo que estamos viendo es que el tiempo está más loco, dos meses sin gota de agua y en 15 días de septiembre cae lo de tres meses. La suerte, la buena noticia, es que el viñedo puede resistir mejor que otros cultivos porque es un cultivo plurianual y tiene cierta memoria que le permite adaptarse al medio. Lo vemos aquí en que las viñas viejas brotan un poco más tarde que las jóvenes, parece que esperen a que pasen las heladas diciendo no hay prisa porque lo importante es llegar a buen término.

Más allá de la adaptación de la planta, Alberto Tobes señala que se puede jugar con otros elementos para paliar los daños del cambio climático. Por ejemplo, levantando la planta del terreno lo que permite evitar el calor que irradia del suelo, esa elevación se consigue con la poda. Además, pensando en el futuro, de cara a 40 o 50 años, si tenemos que pensar dónde poner un viñedo buscaré una parcela con unas condiciones distintas a las que se buscaban hace 60 años. Antes la mejor parcela estaba orientada al este o al sudeste, ahora vendría mejor una orientada al norte y además a mayor altitud, se puede pensar incluso en subir la altitud hacia los páramos. Y no se trata de ideas lanzadas al azar son cambios que ya están en marcha desde hace casi dos décadas.

 
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