Entre abuelos biológicos y abuelos ideológicos

Madrid

Hoy quiero hablar de los abuelos. Pero no de los abuelos biológicos, sino de los abuelos ideológicos. Porque da igual que seas de izquierdas o de derechas que siempre va a haber una vieja gloria política que te va a amargar la ideología cuarenta años más tarde.

Después de las declaraciones de Alfonso Guerra deberíamos recordar que, cada vez que votamos a alguien, le estamos concediendo cuatro años de mandato y cincuenta años de turra. Lo digo porque llevamos mucho tiempo quejándonos de las puertas giratorias, pero, escuchando lo que dicen algunos políticos, igual no está tan mal que se vayan a una petrolera.

Entre los abuelos biológicos y los ideológicos hay algunas cosas en común, pero una gran diferencia. Si un abuelo biológico tiene ganas de protagonismo y se pone cascarrabias como mucho te puede arruinar una nochebuena, pero como un abuelo ideológico se ponga pesado te puede fastidiar una investidura progresista en un momento crucial para tu país.

Si a Alfonso Guerra le preguntas por la selección de fútbol femenino te dirá que juegan bien, pero que él llevaría a Gordillo, Camacho y Butragueño. Si a Alfonso Guerra le preguntas por los avances de la IA, te suelta un análisis sobre la izquierda abertzale, pero la de Jon Idigoras. Y si le preguntas si conoce a Rosalía te dice que no solo la conoce, sino que es muy fan suyo y se ha leído tres veces los Cantaras gallegos.

Lo que dijo Alfonso Guerra sobre la vicepresidenta Yolanda Díaz nos lleva a una conclusión sorprendente. Hay gente que es capaz de sentar para las bases para modernizar a un país entero y, en cambio, es incapaz de modernizarse a sí mismo.