A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

Nos toman el pelo

"Algo no encaja. Nos dicen que hay que adoptar medidas urgentes pero quienes mandan siguen como si nada. Si aún tenemos posibilidades de hacer algo, que nos lo digan. Si ya todo da igual, que lo digan también"

Nos toman el pelo

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Madrid

Conocí a Laureano López Rodó en 1980, cuando sus mejores tiempos ya habían pasado. Le conocí de la forma más fortuita: se celebraba la primera sesión del Parlamento catalán y ambos coincidimos en los urinarios. Él se sacó un kleenex del bolsillo y procedió a la micción envolviéndosela con papel. Era un hombre meticuloso. Y del Opus.

No creo que muchos recuerden a López Rodó. Fue una de las figuras más relevantes del tardofranquismo y tenía un cerebro portentoso. Como ministro de Asuntos Exteriores, asistió a la primera conferencia sobre el clima, celebrada en Estocolmo en 1972. Por entonces, la gran preocupación era la lluvia ácida provocada por los humos de la industria. Por entonces, Europa tenía industria pesada.

En fin, de aquella conferencia tan lejana quedó la imagen de López Rodó llegando en bicicleta a la reunión. Se trataba de dar ejemplo.

Aproveché la coincidencia en los urinarios para charlar luego un rato con él en el pasillo. Al fin y al cabo, como miembro de Alianza Popular había sido uno de los 20 redactores del Estatuto catalán. Pero salió en la conversación aquella foto en bicicleta, y salió asimismo el recentísimo segundo “shock” petrolero de 1979, y él insistió mucho en los riesgos climáticos. Imagínense. En plena transición, en la apertura del Parlamento autonómico y con tantos problemas urgentes, el ex ministro franquista hablaba de ecología. Y de bicicletas. Y de la necesidad de dar ejemplo.

El otro día, viendo las imágenes de la fastuosa cena que Emmanuel Macron ofreció en Versalles al rey de Inglaterra, me acordé de López Rodó. Y de la cantidad de aviones que desparraman CO2 en la atmósfera para trasladar a los dirigentes de una cumbre climática a otra. Y del ardor con que nuestros líderes hablan de la urgencia de combatir el calentamiento, justo cuando el mundo, en este 2023, consume más petróleo que nunca en la historia y tiene el mayor número de aviones en el cielo registrado jamás.

Algo no encaja. Nos dicen que hay que adoptar medidas urgentes pero quienes mandan siguen como si nada. Si aún tenemos posibilidades de hacer algo, que nos lo digan. Si ya todo da igual, que lo digan también. Un portavoz oficial francés expliicó que fiestorros como el de Versalles no sólo tienen una función diplomática, sino que también atraen turismo. Caramba, pues aún peor. Venga, quememos todos combustible yendo de un lado a otro.

A uno le queda la sensación de que nos toman el pelo.

 
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