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¿Quién y cómo decide lo que enseñan los libros de texto de Ciencias Naturales?

Almudena Aldón, bióloga y editora del departamento de Ciencias Naturales de Anaya Educación, cuenta la necesidad de enseñar a pensar en ciencia y cómo esta debe ser aplicable a la vida cotidiana

Oppenheimer y la ciencia en tiempos de guerra

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Madrid

La ciencia es parte de nuestro día a día y enseñarla debe ser primordial. Pero ¿cuáles son los criterios a seguir cuando se crea un libro de texto de ciencia? ¿Quién decide los contenidos que van a aprender los más pequeños? Almudena Alcón, bióloga de formación y desde hace 17 años editora del departamento de Ciencias Naturales y responsable del ámbito científico tecnológico de Anaya Educación, cuenta que “hacer un libro de ciencia va más allá de unos contenidos y no son estos los que tenemos que incorporar de acuerdo a las legislaciones de cada momento, sino una metodología que enseñe a pensar en ciencia”.

El gran reto de los libros de texto es acercar cuestiones complejas a un público muy joven y que puede no estar interesado en la lectura o el aprendizaje. Por ello, Alcón hace énfasis en la necesidad de hacer atractiva la ciencia porque esta debe “motivar y despertar interés no solo en esos futuros científicos” sino que también debe servir para “desarrollar a la sociedad porque sin cultura científica, mal vamos”.

Es necesario recalcar que todo aquello que se enseñe debe hacerse de forma que pueda aplicarse a la vida cotidiana. Para Aldón, “el alumnado tiene que comprender e integrar esos contenidos de manera práctica y aplicada”. En definitiva, la ciencia no puede ser memorística, porque el objetivo final es que el alumno aprenda: “Hay que dar contenidos, pero no buscamos que memoricen datos, tienen que aplicarlos de una forma aplicada”.

Sin embargo, “un libro ya no es libro”, según ha explicado Alcón. La llegada de la tecnología y las herramientas digitales a las aulas ha complicado el uso de los libros en los métodos de enseñanza. “El libro de texto ha evolucionado, no es una mera exposición de contenidos” ha relatado Alcón a la vez que ha contado que desde Anaya ya no hablan de libros, sino de “proyectos” y siempre tratan de crearlos ofreciendo una amplia variedad de recursos: talleres de ciencia, simulaciones... La editorial intenta enfocar sus proyectos no solamente pensando en el alumnado, sino también en el profesorado.

La publicación de libros de texto varía en función de la comunidad autónoma: “cada comunidad publica su normativa y ahí es dónde puede haber variaciones, la diferencia está en cómo se cuenta el contenido”, ha asegurado la bióloga y editora de Anaya. Aunque es cierto que en la mayoría de los libros hay un consenso general en los contenidos, a veces hay centros que preferirían que las cosas se contaran de forma distinta, por ello “hay que intentar no herir sensibilidades, pero siempre siguiendo el currículo”, ha contado Aldón. Sin embargo, en ciencia hay una preocupación generalizada y prácticamente igual por el cambio climático y por la salud, y desde Anaya no detectan en ciencia “un sesgo político a la hora del desarrollo curricular”.

 
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