Adiós a la librería Lagun, un icono de San Sebastián que sobrevivió a la dictadura y a ETA, pero que no pudo con que la gente dejara de leer
El mítico establecimiento se despide con una oda a la lectura después de 55 años como referente cultural
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Las entrevistas de Aimar | Ignacio Latierro (Lagun)
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Madrid
La icónica librería Lagun de San Sebastián celebra este jueves un acto de despedida. Tras 55 años como referente cultural, en los que fue una trinchera por la libertad frente a la violencia de la dictadura franquista y frente a la violencia de ETA, el establecimiento echa el cierre después de este verano, asolado por factores como la competencia directa con grandes superficies, la piratería o la falta de relevo en el negocio.
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Ignacio Latierro, fundador de Lagun, explicaba el pasado 4 de julio en Hora 25 los motivos: "Lagun no encuentra el suficiente apoyo de público para subsistir. No nos ha quedado más remedio que cerrar". Antes de la pandemia, ya veían que la situación era delicada, pero "la pandemia fue un paréntesis", porque "la gente volvió a leer y la gente volvió al pequeño comercio". Fue un espejismo. Latierro está muy satisfecho de haber sido librero y asume, con amargura, que "la vida continúa y los tiempos cambian". Ya no van a reponer los libros que se están vendiendo y bromea con que le gustaría tener una casa grande para poder llevarse los libros a casa.
Calabozos, disparos y cócteles molotov
Lagun sobrevivió a torturas, a calabozos, a disparos y a cócteles molotov, pero no a la caída de las ventas. Los clientes de Lagun iban a comprar los libros manchados de pintura roja y amarilla o quemados. Era la forma que tenían de apoyar a la librería después de los ataques del entorno de ETA. ¿Por qué Lagun era un objetivo de ETA y de sus simpatizantes? "Los ataques empiezan a crecer en el mismo momento en el que ETA y su entorno decide en el que todo aquello que no está con su proyecto debe ser objeto de ataque y marginación", recuerda Latierro. Se atacaba a periodistas, a jueces y se atacó a la cultura. Además, Lagun estaba en la parte vieja de San Sebastián, un entramado de calles que los simpatizantes de ETA creían que era suya. "Éramos un ente extraño", recuerda Latierro. Además colgaban el lazo azul en la librería, vendieron libros que homenajeaban a Gregorio Ordóñez y nunca aceptaron poner huchas para apoyar a los presos.
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Latierro echa la vista atrás y reflexiona sobre cómo ha cambiado su oficio. Cree que el mundo del libro se ha convertido en un mundo en el que la novedad inunda los establecimientos y, por tanto, el librero ya no cuenta. "Lo que cuenta es el ordenador que determina el número de ejemplares vendidos. Y así, se eligen los libros y así ha cambiado el núcleo del oficio. De ser un oficio artesanal y vocacional, se ha convertido en un negocio más común y similar al resto del comercio", lamenta Latierro.
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Víctor Olazábal
Subdirector de Hora 25. Antes fue corresponsal en India para diversos medios españoles. Especializado...