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"Primero, una depresión; ahora, lo he monetizado": Penny Jay cuenta en 'Sí a todo' cómo rompió con la imposiciones estéticas

La humorista ha aprovechado su visita a Llum Barrera y a Marina Lobo para ajustar cuentas con la delgadez y un determinado concepto de la belleza como cánones sociales injustificados que, como a tantas, le han hecho la vida mucho más complicada

Madrid

A la quinta entrega de 'Sí a todo', en la que cada semana de calor veraniego se superan Llum Barrera y Marina Lobo, ha acudido a tirar por la borda todos los cánones de belleza la humorista Penny Jay, a la que todo el mundo debería conocer por su inteligente y necesario show de mismo nombre.

Pero también por su último libro, porque también es escritora, Puta Gorda Feminazi, en la que echa la vista atrás para repasar con mucho sentido del humor la cruda realidad de su vida, que podría ser la de tantas, siempre demasiadas.

Por eso, para hacer lo que hoy se llama reparación histórica, ha venido a hablar de esos profesores del instituto "un poco babas" y los responsables de producciones o castings que le han destacado profesionalmente su personalidad por no poderlo hacerlo con su físico con sus "Sara recuerda que estás aquí por tu personalidad".

porque, como ella misma reivindica con su propio trabajo, en la comedia no solo caben, como por desgracia ocurrió durante demasiados años, "actrices guapísimas que se pelean por un mismo personaje". Que sí, que aunque te digan que no, "hay un nicho para gente de belleza no normativa".

Los insultos que le dedicaron, el titulo de su último libro

El titulo del libro, como no podía ser de otra manera, nace de sus propias memorias, aunque no sean de las más agradables. Son, concretamente, los insultos que recibió tras conceder una entrevista en un conocido programa de entretenimiento. "Primero, me vino una depresión y, ahora, lo he monetizado", explica.

Penny aprovecha, además, el acuerdo con lo que dice Llum, "sigues viendo señoras vestidas de verano, aunque sea Navidad", para ser incisiva con el fondo del problema: cómo afecta desigualmente en el mundo del entretenimiento el factor belleza a los hombres y a las mujeres. Claro ejemplo es, como indica ácida, cierto director de cine que "es un cayo malayo", pero todas las mujeres que aparecen como su pareja en sus propias películas "cómo son de guapas".

por no hablar del clásico de los clásicos de esta sociedad que parece está pensada solo para gente delgada: las tallas. "En ningún showroom ni sitio que dejen ropa hay mi talla, siempre de la talla 38", expone, para después comentar las veces ha visto a encargadas de vestuarios sufriendo por si la cogen en un casting. "No me traigáis a la gorda. Ella no dijo nada, pero yo la podía ver al fondo sufriendo". Al final, como ella misma dice para despedirse de las dos mujeres que este verano le dicen sí a todo: "Oh, bendita anatomía".

 
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